Hablando sobre el odio
Publicado: Lun Jun 17, 2013 16:31
Odio:
la pasión sustituta del desencuentro.
La puta que todos gozamos
cuando todo argumento
fue tratado en vano.
La zorra que todos violamos
cuando cae un sentimiento
que a medias fue tratado.
Capricho de intelectuales,
sabiduría de militares,
gozo de los normales
que no soportan una verdad
alejada de su vereda.
Un trato mal hablado
cuando pactas con orgullo
una sátira a la locura.
La perfecta impresión
cuando cualquiera de tus actos
se traduce en una mala acción.
El trino suplantado,
el arquetipo más buscado,
la miseria de la gente
que ha doblado en su espalda
los zapatos del tirano.
La victoria relativa,
que suplanta a la victoria infinita
de saber una o dos verdaded reales,
mientras tiñe en anormales
las pasiones de caminantes
ajenos a los dogmas normales.
Una descripción que nace
luego de experimentar
la peor verdad de las verdades:
aceptar la humanidad
que me comparte con lugares
llenos de algo llamado tranquilidad.
Y aceptando que soy loco
apasionado por realidades
más deplorables que la mía,
sólo logro darme cuenta
que mi odio resentido
sigue dando vueltas en mi cabeza
con un vacío y único objetivo:
el amarrarme a ser lo que otro,
en momentos tan ridículos como ese,
diga que es una estupidez
luego de que pase una noche.
Vagamos amarrados,
nunca vean más allá de sus amarras,
porque se toparán con roca y acero;
no con tierra fértil.
la pasión sustituta del desencuentro.
La puta que todos gozamos
cuando todo argumento
fue tratado en vano.
La zorra que todos violamos
cuando cae un sentimiento
que a medias fue tratado.
Capricho de intelectuales,
sabiduría de militares,
gozo de los normales
que no soportan una verdad
alejada de su vereda.
Un trato mal hablado
cuando pactas con orgullo
una sátira a la locura.
La perfecta impresión
cuando cualquiera de tus actos
se traduce en una mala acción.
El trino suplantado,
el arquetipo más buscado,
la miseria de la gente
que ha doblado en su espalda
los zapatos del tirano.
La victoria relativa,
que suplanta a la victoria infinita
de saber una o dos verdaded reales,
mientras tiñe en anormales
las pasiones de caminantes
ajenos a los dogmas normales.
Una descripción que nace
luego de experimentar
la peor verdad de las verdades:
aceptar la humanidad
que me comparte con lugares
llenos de algo llamado tranquilidad.
Y aceptando que soy loco
apasionado por realidades
más deplorables que la mía,
sólo logro darme cuenta
que mi odio resentido
sigue dando vueltas en mi cabeza
con un vacío y único objetivo:
el amarrarme a ser lo que otro,
en momentos tan ridículos como ese,
diga que es una estupidez
luego de que pase una noche.
Vagamos amarrados,
nunca vean más allá de sus amarras,
porque se toparán con roca y acero;
no con tierra fértil.