Gracias
Publicado: Jue Jun 20, 2013 19:27
Gracias,
te doy gracias.
No se por qué,
no sé si empezar...
pero gracias.
Gracias por todo,
por todo el tiempo
que casi parece perdido,
perdido como tu mirada
la última vez que dijiste:
"nunca más me hables".
Perdido... así caminaba.
Perdido gozaba,
tal vez hablaba
cosas sin sentido.
Tal vez llegabas a concluir
alguna verdad infinita,
construyendo cimientos
para un futuro verdadero.
No, seré realista,
pero el tiempo está suspendido,
tratando de resolver
si sólo fui una piedra
o si realmente fui tu abrigo.
Tratando de aguardarse en el futuro,
sentirse parte de otra caricia:
una que le diga a algún extranjero
que todos somos uno,
y a la vez,
somo cada uno individuos.
Frotar las dimensiones,
coloridas y radiantes,
suena como invitar a la estupidez
a una velada mágica,
donde realmente es bienvenida...
pero se esfuma con aquello,
aquello que se refleja en los ojos;
los que ya no se dilatan
ni se ponen cristalinos...
o sí, lo hacen,
porque saben que el amor
se consumió en el infinito.
Donde puedo depositar el odio,
donde puedo reciclar el amor,
donde puedo saborear la locura
de una manera suave y tranquila
y que no daña, pero alegra.
¿Dónde?
Estoy atrapado,
quizás perdido...
Pero gracias,
por aquello.
Gracias por darme la oportunidad
de hablar con tu fantasma;
ese que despierta cada noche
melancólica y silvestre,
y que no me abandona fácilmente.
Y claro,
hoy me transformo
en aquello que no logro,
lo que nunca puedo hacer bien.
Pero gracias por aquello,
aquello que nunca leerás,
porque estés donde estés,
mis versos sólo serán viento
sin palabra y sin aliento
de un amor antiguo y solitario
que sólo busca una respuesta
la cual nunca llegará.
Y el cariño se disipará,
y se adecuará a otra...
sí, a otra...
Porque así funciona el mundo,
la vida,
sus formas,
su destello,
su belleza.
Y al final de todo,
tus ojos son una puerta,
una puerta cerrada...
Una puerta en la que tuve la llave,
la que portará otro,
como yo la de otra dama
a la cual cerrar fue su opción...
o su obligación.
Te tendría en mis brazos,
sólo para decirte por última vez
que sé todo lo que pasó,
todo lo que sentí,
lo que viví,
lo que renuncié,
lo que acepté,
lo que ignoré,
lo que fallé...
Me disculparía mil veces,
todas de una forma nueva.
Pero gracias...
gracias...
gracias.
Gracias por lo vivido,
los sueños aportados.
Gracias por el consuelo
de algún llanto descarreado.
A pesar de que el silencio
de tu oído sea amigo,
diré, sin embargo,
que mi barco es un navío.
Alimenta mi silencio,
pero algún día,
el silencio será por sí solo.
Las palabras son como el amor:
siempre te dicen algo,
pero se escuchan como uno quiere.
Y yo,
yo soy sólo yo.
te doy gracias.
No se por qué,
no sé si empezar...
pero gracias.
Gracias por todo,
por todo el tiempo
que casi parece perdido,
perdido como tu mirada
la última vez que dijiste:
"nunca más me hables".
Perdido... así caminaba.
Perdido gozaba,
tal vez hablaba
cosas sin sentido.
Tal vez llegabas a concluir
alguna verdad infinita,
construyendo cimientos
para un futuro verdadero.
No, seré realista,
pero el tiempo está suspendido,
tratando de resolver
si sólo fui una piedra
o si realmente fui tu abrigo.
Tratando de aguardarse en el futuro,
sentirse parte de otra caricia:
una que le diga a algún extranjero
que todos somos uno,
y a la vez,
somo cada uno individuos.
Frotar las dimensiones,
coloridas y radiantes,
suena como invitar a la estupidez
a una velada mágica,
donde realmente es bienvenida...
pero se esfuma con aquello,
aquello que se refleja en los ojos;
los que ya no se dilatan
ni se ponen cristalinos...
o sí, lo hacen,
porque saben que el amor
se consumió en el infinito.
Donde puedo depositar el odio,
donde puedo reciclar el amor,
donde puedo saborear la locura
de una manera suave y tranquila
y que no daña, pero alegra.
¿Dónde?
Estoy atrapado,
quizás perdido...
Pero gracias,
por aquello.
Gracias por darme la oportunidad
de hablar con tu fantasma;
ese que despierta cada noche
melancólica y silvestre,
y que no me abandona fácilmente.
Y claro,
hoy me transformo
en aquello que no logro,
lo que nunca puedo hacer bien.
Pero gracias por aquello,
aquello que nunca leerás,
porque estés donde estés,
mis versos sólo serán viento
sin palabra y sin aliento
de un amor antiguo y solitario
que sólo busca una respuesta
la cual nunca llegará.
Y el cariño se disipará,
y se adecuará a otra...
sí, a otra...
Porque así funciona el mundo,
la vida,
sus formas,
su destello,
su belleza.
Y al final de todo,
tus ojos son una puerta,
una puerta cerrada...
Una puerta en la que tuve la llave,
la que portará otro,
como yo la de otra dama
a la cual cerrar fue su opción...
o su obligación.
Te tendría en mis brazos,
sólo para decirte por última vez
que sé todo lo que pasó,
todo lo que sentí,
lo que viví,
lo que renuncié,
lo que acepté,
lo que ignoré,
lo que fallé...
Me disculparía mil veces,
todas de una forma nueva.
Pero gracias...
gracias...
gracias.
Gracias por lo vivido,
los sueños aportados.
Gracias por el consuelo
de algún llanto descarreado.
A pesar de que el silencio
de tu oído sea amigo,
diré, sin embargo,
que mi barco es un navío.
Alimenta mi silencio,
pero algún día,
el silencio será por sí solo.
Las palabras son como el amor:
siempre te dicen algo,
pero se escuchan como uno quiere.
Y yo,
yo soy sólo yo.