Temo al vacío del tiempo,
temo a la rúa de lo eterno.
Tímidas y anodinas las flamas
oscilan entre oscuridad y ramas
desayunan el recuerdo de las almas,
con el café amargo del susurro.
Temo al vacío del tiempo,
temo a la rúa de lo eterno.
Lejos, se doblega la eternidad
y en el refugio de mi soledad
se esconde pronta la oscuridad
colgando de su falda el desespero.
Temo al vacío del tiempo,
temo a la rúa de lo eterno.
Se enlodan las horas de mi alborada
en el barro amarillo de la madrugada
desnudas danzan a la sombra del hada
mientras somnolienta vago por el camino.
Temo al vacío del tiempo,
temo a la rúa de lo eterno.
