Llorar, y en un papiro verter lágrimas
de invisible pesar. Es todo un sacrilegio
donde el alma se encuba para cristalizar
palabras extractoras, que añadirán misterio
al pensar distraído y oscilante.
Observará la angustia y deprimido
acomodará su corazón al miedo.
Luego dirán los ojos sumergidos en la oscura
penumbra de la noche, ¿valdrá la pena un día
sonreír con dulzura al tiempo vil que pasa?
Quedará bajo el rudo movimiento del aire
un sentimiento oscuro que rodará temblando
en su refugio estéril.
Y en medio del susurro penetrado de olvido
un beso yace herido a mitad de la vida.
Han pasado los días por la usura del tiempo.
Inclinado suspira un espíritu lento
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Mi casa
Mi casa ama mi voz.
Amarilla y pequeña. Mi casa es tibia y bella.
Rodeada de arboledas y de sombras pacíficas
mi casa siempre espera mi llegada.
Desde sus amplios patios veo la hierba
extendida en el campo, coronado
con tiernas amapolas.
Mi perro fiel conoce mis pisadas
y el olor de mi ropa le apetece.
Tenemos dos gatitos paseadores
a los cuales mis niños dieron nombre:
uno se llama cuco, el otro Pepe.
Amo la multitud de pájaros silvestres
que llegan a cantar a mi jardín.
Amo a mi esposa y amo su figura
multiplicada en cada pensamiento.
Amo a mis hijos que no cesan nunca
de hablarme con palabras amorosas.
En mi casa amarilla vive Dios...
y nosotros le amamos, y el nos ama también.
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Estas letras son tuyas
Estas letras son tuyas...
no les temas, tampoco les rehuyas.
Mira el amor brotando...
oye despacio y sigue imaginando
oirás sonidos, y las verás clamando
y extrañando pronunciaran tu nombre.
Esta sangre es mi sangre
que por ti esta pulsando.
Y es que sigo adorando tu presencia,
y en cada letra me verás soñando
y en cada sueño yo estaré llorando
por el amor que tengo para darte,
y al no encontrarte brotan estas letras
como sí fuesen besos y volaran
a buscarte los labios y los ojos