Tuvo en mis ojos una razón para soñar,
luego quise mirarla y me negó su rostro.
Así tuve yo una razón para llorar,
así busqué consuelo entre los libros,
entre la soledad intensa paz.
Tuve razón para clamar al cielo,
y bendición al encontrar a Dios.
Mis lágrimas mezclé con versos tristes,
y en las noches amé la intensidad
que brota de los astros majestuosos.
Bálsamos fueron para mi corazón
los hermosos recuerdos que teñimos
con esperanzas llenas de pasión.
No me arrepiento nunca haber amado,
aunque el precio de amarte fue el dolor.
Razones tengo para seguir viviendo,
a pesar que la muerte tenebrosa
me mostrara su pavoroso aspecto.
Razones tengo para amar de nuevo
al contemplar el estival del día
resplandecer con gran luminosidad
Germán g