Voy a dejar de lado todos esos sueños inoperantes
Y me centraré en mi nueva vida, donde no estarás
Tras de haber decidido, por tu cuenta, marcharte
Sin pensar ni un instante en volver la vista atrás.
Los jinetes del destino han cogido ya las riendas
De tu vida actual, has decidido volar sin cortapisas
Y todo esto ha llegado a nuestra vida, tan deprisa
Que ni siquiera he podido gritar para que entiendas
Que en el amor y en la guerra sólo caen los valientes
Una vez que el cielo azul da paso a la oscuridad
Se oye a lo lejos el mar y aquí entrechocan los dientes
Todos los enamorados que perdieron la libertad
Cuando pusieron los ojos en una mujer perfecta
De largas piernas, y dientes como perlas cultivadas
El óvalo de su rostro dibujado en líneas rectas
Y sus pasos, bien marcados, atrayendo las miradas
De casi todos los hombres de la efímera ciudad
Cuyos límites no estaban bien definidos entonces
Y sin que hubiese en sus ojos ni un atisbo de maldad
Frases llenas de alabanzas entonaban con sus voces.
Ajena a la expectación que tus piernas levantaban
Paseabas de mi mano por la alameda, riendo
Por alguna tontería que te estuviera diciendo
Mientras en alguna rama los pajarillos cantaban
Y allá en la lejanía, desde un monte cercano
Sonó desde alguna ermita, el eco de una campana
Creo que en ese momento, yo te cogí de la mano,
Y aquello fue para mí lo mejor de ésa semana.
No sabía que el tañido, desdichas me traería
Ignoraba hasta que punto mi vida finalizaba
Estaba yo muy feliz, y a tu vera descansaba
Mi cara tenía un rictus de verdadera alegría.
Yo te amé sin condiciones y recibiste mi amor
Como quien abre un regalo inesperado e incierto
Como un barco de vapor que al atracar en el puerto
Lo primero que procura es descargar por babor
De sus repletas bodegas, primero lo más valioso
Mientras otros marineros van afilando la quilla;
El reflejo de una sombra bajando por tu mejilla
Sólo me hacía tener pensamientos muy hermosos.
Y me centraré en mi nueva vida, donde no estarás
Tras de haber decidido, por tu cuenta, marcharte
Sin pensar ni un instante en volver la vista atrás.
Los jinetes del destino han cogido ya las riendas
De tu vida actual, has decidido volar sin cortapisas
Y todo esto ha llegado a nuestra vida, tan deprisa
Que ni siquiera he podido gritar para que entiendas
Que en el amor y en la guerra sólo caen los valientes
Una vez que el cielo azul da paso a la oscuridad
Se oye a lo lejos el mar y aquí entrechocan los dientes
Todos los enamorados que perdieron la libertad
Cuando pusieron los ojos en una mujer perfecta
De largas piernas, y dientes como perlas cultivadas
El óvalo de su rostro dibujado en líneas rectas
Y sus pasos, bien marcados, atrayendo las miradas
De casi todos los hombres de la efímera ciudad
Cuyos límites no estaban bien definidos entonces
Y sin que hubiese en sus ojos ni un atisbo de maldad
Frases llenas de alabanzas entonaban con sus voces.
Ajena a la expectación que tus piernas levantaban
Paseabas de mi mano por la alameda, riendo
Por alguna tontería que te estuviera diciendo
Mientras en alguna rama los pajarillos cantaban
Y allá en la lejanía, desde un monte cercano
Sonó desde alguna ermita, el eco de una campana
Creo que en ese momento, yo te cogí de la mano,
Y aquello fue para mí lo mejor de ésa semana.
No sabía que el tañido, desdichas me traería
Ignoraba hasta que punto mi vida finalizaba
Estaba yo muy feliz, y a tu vera descansaba
Mi cara tenía un rictus de verdadera alegría.
Yo te amé sin condiciones y recibiste mi amor
Como quien abre un regalo inesperado e incierto
Como un barco de vapor que al atracar en el puerto
Lo primero que procura es descargar por babor
De sus repletas bodegas, primero lo más valioso
Mientras otros marineros van afilando la quilla;
El reflejo de una sombra bajando por tu mejilla
Sólo me hacía tener pensamientos muy hermosos.
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