
Tu plaza estaba callada hasta que tú apareciste,
sentí un hormigueo el cuerpo, cuando mis ojos te vieron.
tú ya te habías dado cuenta, eso luego me dijiste,
porque tus ojos graciosos de mirarme no dejaron .
Yo te pregunte por tu nombre y luego tú sonreíste,
yo llegaba de navegar lleno de olas de sentimiento,
¿para que deseas saber mi nombre? me dijiste,
mírame fijamente y léeme el pensamiento.
Luego tú muy, me dijiste que tu encanto,
era el mar, era la brisa, era hallar un amor de marinero,
tus ojos me envolvieron en esa tarde de espanto,
y tus labios se ondeaban queriendo decir – te quiero –
Me contaste de tus sueños, en aquella tarde de verano,
mi barco se quedó en el puerto, pero no mi corazón,
muy pronto cogí tu talle y me entregaste tu mano,
y yo me lo lleve a mi pecho como pidiendo perdón.
Fue una tarde muy hermosa que ahora vivo recordando,
ibas tú vestida de negro y blanco, pero tu corazón radiante,
conversamos tantas cosas y el tiempo en verdad pasó volando,
yo te tuve que dejar, pues tenía que continuar mi vida de navegante.
Ahora he vuelto a aquella plaza y siento un dolor profundo,
porque te sigo esperando como aquel día que te perdí,
el mar, siempre fue causante y yo no quise dejar ese mundo,
aunque me dolió dejarte, esa noche tuve que partir sin ti.
Espero volver a volverte y llenar con locuras tu boca,
la plaza esta en silencio, dicen, desde que yo me fui,
ven por favor te pido, porque tengo el alma rota,
porque vivo recordando, la tarde que te conocí.
Trujillo, 4 de febrero 1979