Mañana de cautiverio en tus manos,
¿porqué secuestraste mi alma
para luego abandonarla
en páramos indeseables?
Ya no soy la misma
desde que me dejaste.
Perdí tu luz
y tus ventanas se cerraron.
Mañana de cimientos azules
donde fueron forjándose mis versos,
te he buscado en los escondrijos
que se perdieron,
te he llamado como sólo puede hacerlo
un espíritu sediento.
Y ya no estabas.
La vida tras los cristales
ya no se filtraba.
Te busqué entre los escombros
de mis letras,
oh, lánguida mañana.