Cuando te conocí, dejaste huellas imborrables,
tus pasos de fuego tiñeron de luz el cielo,
dejaste senderos de pisadas indelebles,
y tus ojos se iluminaron como un lucero.
Fuiste enorme alivio en esas horas solitarias,
llenando de vida mi piel helada y cansada,
la tristeza y soledad eran visitas diarias,
ahora ya no vienen, me tienen olvidada.
Tus inolvidables pasos forman una hoguera,
todo alrededor brilla liberando lo oscuro,
un majestuoso destino presiento a mi vera,
la felicidad en retazos me la procuro.
A paso lento para que nunca se termine,
como ese color que a mi triste gris le impregnaste,
para culminar con la entrega de amor sublime,
en tus inolvidables pasos que me dejaste.
Cuando te conocí ya te esperaba amor mío,
te llamé en silencio y pude tener tus miradas,
tus palabras, tu corazón que alejó el hastío,
con esas huellas que no olvido y llevo tatuadas.
Plasmaste con tu llegada un camino perenne,
todo ha sido mágico, perfecto y envolvente,
lograste con tus inolvidables pasos verme,
es una experiencia que me atrae dulcemente.
TARDE GRIS
Blanca N. García González
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