
El brillo irresistible de tus ojos
reseca la frescura de las rosas,
parece que volaran mariposas
abriendo mis más íntimos cerrojos.
Aún en el brocal de tus enojos
no pierden sus virtudes asombrosas,
y alcanzan proporciones tan gloriosas
que llenos de pasión, se vuelven rojos.
A veces tus pestañas aletean,
sensuales, en el borde de tu cara,
instando a las pupilas que desean,
los besos que mi boca reflejara
en el iris moreno, donde ondean
las risas que mis labios les legara.