Quiero soñarte en una noche eterna,
mantenerte en mis brazos cobijada,
tener tu alma de mi alma suspendida.
Quiero saciar mi sed en tus esencias,
gustando tus más íntimos temblores,
recorrer paso a paso tus rincones,
los poros de tu piel como alimento,
tu vibrar de placer mientras habito
las más tiernas moradas de tu cuerpo;
ni el tiempo, ni el espacio, ni el mañana;
los cuerpos son este único deseo:
vivir sin condiciones la locura
que lleve nuestras almas a un suspiro
resuelto al fin en besos y ternura.
Madrigal