los reflejos de la luna
con su cuerpo la cubría
y sus campos florecían.
Con el roce de la brisa
cosechaban sus semillas
con su nardo enardecido
rezumían sus caprichos.
Eran ecos que gemían
sinfonía de dos liras,
que brotaban de los besos
comulgados en un rezo.
Fueron notas jubilosas
en el trino de la alondra
fueron brotes de ternura
que crecían con la lluvia.
Fué la aurora fiel testigo
de aquel goce clandestino
fué la noche con su lloro
un arcano luminoso.
Fué la dulce primavera,
en la sangre detenida.
con la dulce melodía
en los cuerpos que reían.
Verónica ©.
lunademayo
necesito unas vacaciones para oxigenarme y aunar fuerzas.
Hasta la vuelta se les aprecia
Besines