
POST MÓRTEM
Al morir quiero, pronto, con la tierra fundirme
y que ahí mis despojos reciban de su tez,
el abono fecundo para luego salirme,
convertido en un árbol que dé frutos después.
Deleitar a viajeros que cruzan el camino,
entregando dulzuras en los frescos albores,
cobijar en mis sombras al pastor peregrino
y en mi fronda hagan nidos los pájaros cantores.
Y mecer mi ramaje como abanico inmenso,
con afán promisorio de oxigenar la vida,
ser la rama en el huerto, sobre el solar extenso,
donde jueguen los niños con emoción sentida.
Y al final mi madera sea ataud que aprisiona
el momento enlutado que la partida encierra,
y que igual, que en mi ruta, transite otra persona,
a rendirle tributos a la sagrada tierra.