a su estela dos glaciales
van provistos mil puñales.
Una lágrima en picada
fue respuesta consecuente,
a la herida en su llamada.
Tal ha sido la inclemente
fuerza atroz de sus espinas,
que mi mundo como ruinas
transformara bruscamente.
Fue tu paso fugitivo
la estocada finalmente.
Del asombro fui cautivo,
cuando el pecho sensitivo
te llamaba tercamente.
a;bb;aca;cddc;eceec.