
y el chocolate que espeso
mantiene el sabor travieso
y hace temblar mis rodillas.
Al mal paso darle prisa,
de lengua me como un taco,
admiro el porte chinaco
y la ecuación con su abscisa.
Porque el pato nada y nada
mientras haya agua en el charco;
a veces no se hunde el barco
aunque le toque celada.
Soy adalid del refrán
con treinta recién cumplidos,
quien desenvuelve sonidos
con porte de buen galán.
No oculto mi gusto fino
que es mi afición a las plumas,
tampoco a la obra de Dumas
ni a la botella de vino.
Visto de traje y corbata
en la ocasión que amerita
lucir la imagen gratuita
que a la mujer le es tan grata.
Y sé trabajar la tierra,
conozco de siembra y riego,
donde el eterno sosiego
no sabe de luto y guerra.
En ése lugar bendito
formé mi criterio vasto,
entre los surcos con pasto
y el canto del pajarito.
Mención aparte la historia
que’s mi pasión desde niño,
en donde todo escudriño
para ilustrar mi memoria.
Soy directo y refranero,
disfruto lo que la vida
me ofrece en cada partida
en decimal y en entero.
Y la mujer es mi todo
a quien le escribo constante,
la rima que’s verso amante
de noble y ferviente modo.
No oculto mis ilusiones
tras un párvulo lamento,
pues la fe del sentimiento
alegra los corazones.
Entre poema y poema
le escribo al amor y al gozo
que me provoca el esbozo
de su finura suprema.
Esto se va apuntalado
para expresar en mi mundo
su devenir pudibundo
con tinte y matiz perlado.
Le escribo mucho a mi dama
que’s dueña de ‘mis quincenas:’,
“las penas con pan son buenas,
la luna nueva te aclama”.
Más lo anterior es barullo,
trabajo y siempre me sobra,
y en derredor mi maniobra
humilde porta su orgullo.
Y sin embargo mi musa
se esconde como chiquilla
y se me pone potrilla
sin darme paciente excusa.
¡Cómo disfruto su enojo
con su reclamo coqueto,
porque a través de su veto
sonriente me guiñe el ojo!
Corazón de Jaguar ©
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