En el canto silente de mi fúnebre calma
donde muere la gracia, la verdad y razón;
se me han roto en pedazos los senderos del alma
y se ahoga en su llanto mi febril corazón.
¿Do quedaron las horas de feliz membrecía?
¡Qué se hicieron los días de radiante esplendor!
Hoy ya siento que muero con la vida vacía,
con la fe desolada, sin un poco de amor.
¡Oh las ruinas que embargan mi doliente quimera
en el tétrico broche de mi amarga pasión!
Todo luce marchito y en mi fe desespera
la ruina entristecida de mi desilusión.
Más frente a esta tormenta que el alma me devora
mi cerebro crepita, en su eterno pensar.
Y estos versos del alma mi pensamiento aflora
con mis ojos cansados ya de tanto llorar.
¡Oh las ruinas de mi alma, de mi fe, de mi vida!
¡Oh perversas distancias de otro tiempo mejor!
La locura estremece mi razón ya perdida
degustando el amargo de un inmenso dolor.
¡Dónde fueron mis noches tranquilas y serenas!
¡Dónde han ido mis días de apacible humildad!
Ya ni siento mi sangre palpitar en mis venas,
y me muero en el fango de la infelicidad.
¡Miserable desdeño de mi contraria suerte
que cegó de mi vida su razón de vivir!
Hoy espero en silencio que me llegue la muerte
y escribiendo mis versos, me quisiera morir.
Y cuando haya partido, hacia otro rumbo incierto
no me lloren les pido ni me guarden rencor.
Digan si, se los pido, un poeta se ha muerto,
un poeta del alma que murió sin amor.
Adamis Barrios
Maracibo/Estado Zulia
Martes 31 de marzo de 2015
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