
A los vates nos gusta que nos lean,
con rigor nos comenten el trabajo,
y nos gusta si al verso lo florean
si es que así lo merece por ser majo.
Mas confieso, si faltan los lectores,
o mis versos ya duermen el olvido,
seguiré redactando esos amores
de poéticas musas influido.
Estaré con mi pluma noche y día,
aunque sea lector y autor del verso,
recitando mi propia poesía
disfrutando dichoso en ella inmerso.
La lira del poeta nunca expira,
son sus cantos el aire que respira.