La tumba de Analía
Publicado: Mié Abr 22, 2009 01:17
La tumba de Analía
“Si Dios nos hizo así -dijo el ladrón-,
Él sabrá disculpar nuestra osadía.”
Y evadiendo la cruz del gran portón,
Profanaron la tumba de Analía.
Los tres hombres entraron al recinto
Donde la sombra lúgubre habitaba;
Posaron una lámpara ante el plinto
Que entre marchitas nébedas estaba.
Terrible fue notarlo: en la espesura
De la noche una esfinge se veía,
Y por debajo de aquella criatura
Larga escalera a un sótano accedía.
Helados escalones de granito
Descendieron los hombres lentamente;
Cada paso de intriga fue infinito
Hasta llegar al fin de la pendiente.
La lámpara en el piso iluminaba
Paredes casi ocultas por la hiedra,
Y en medio del vacío se notaba
La imagen de un sarcófago de piedra.
Tuvieron que partir lo cincelado
Para hallar el cadáver de Analía:
Golpe a golpe, en el lecho maltratado,
La beldad bajo el polvo aparecía.
Su cabellera rubia -jamás seca-
Aún olía a rosas y jazmines,
Y sobre el labio pálido una peca
Contó del beso los secretos fines…
Sus contornos, hundidos tras el manto,
Hablaban de esbeltez y de finura;
Su muerte parecía de amaranto,
La vida conservaba su hermosura.
Abandonado, el busto adolescente
Dibujábase tras la suave seda,
Y ante esa visión, triste y somnoliente,
La vista de los hombres siempre queda.
Sólo el ambiente gélido y moroso
Hacía suponer su alejamiento:
Del sueño distinguíase el reposo
Por el lugar sin vida y ceniciento.
La niña estaba así, como dormida,
Y los hombres soñaban que despierte
Para que justifique con su vida
Que lo hermoso jamás halla la muerte.
Pero Analía no se despertaba
Del sopor de la muerte en su retiro,
Y, al volver en sí, un hombre, preguntaba:
“¿Dios, lo único que tiene es un zafiro?”
Incrédulos y necios no entendieron
Que era verdad lo que se había dicho,
Que en esa misma tumba introdujeron
Todo un tesoro en medio de aquel nicho.
Quisieron continuar con lo profano,
Agilizar los músculos más tiesos,
Y al extender los dedos de su mano,
Quedó el anillo encima de unos huesos…
Analía deshizo su belleza
No bien la despojaron del anillo,
Y los hombres notaron, con sorpresa,
Que la perla brillaba…ya sin brillo.
L.G.C.
“Si Dios nos hizo así -dijo el ladrón-,
Él sabrá disculpar nuestra osadía.”
Y evadiendo la cruz del gran portón,
Profanaron la tumba de Analía.
Los tres hombres entraron al recinto
Donde la sombra lúgubre habitaba;
Posaron una lámpara ante el plinto
Que entre marchitas nébedas estaba.
Terrible fue notarlo: en la espesura
De la noche una esfinge se veía,
Y por debajo de aquella criatura
Larga escalera a un sótano accedía.
Helados escalones de granito
Descendieron los hombres lentamente;
Cada paso de intriga fue infinito
Hasta llegar al fin de la pendiente.
La lámpara en el piso iluminaba
Paredes casi ocultas por la hiedra,
Y en medio del vacío se notaba
La imagen de un sarcófago de piedra.
Tuvieron que partir lo cincelado
Para hallar el cadáver de Analía:
Golpe a golpe, en el lecho maltratado,
La beldad bajo el polvo aparecía.
Su cabellera rubia -jamás seca-
Aún olía a rosas y jazmines,
Y sobre el labio pálido una peca
Contó del beso los secretos fines…
Sus contornos, hundidos tras el manto,
Hablaban de esbeltez y de finura;
Su muerte parecía de amaranto,
La vida conservaba su hermosura.
Abandonado, el busto adolescente
Dibujábase tras la suave seda,
Y ante esa visión, triste y somnoliente,
La vista de los hombres siempre queda.
Sólo el ambiente gélido y moroso
Hacía suponer su alejamiento:
Del sueño distinguíase el reposo
Por el lugar sin vida y ceniciento.
La niña estaba así, como dormida,
Y los hombres soñaban que despierte
Para que justifique con su vida
Que lo hermoso jamás halla la muerte.
Pero Analía no se despertaba
Del sopor de la muerte en su retiro,
Y, al volver en sí, un hombre, preguntaba:
“¿Dios, lo único que tiene es un zafiro?”
Incrédulos y necios no entendieron
Que era verdad lo que se había dicho,
Que en esa misma tumba introdujeron
Todo un tesoro en medio de aquel nicho.
Quisieron continuar con lo profano,
Agilizar los músculos más tiesos,
Y al extender los dedos de su mano,
Quedó el anillo encima de unos huesos…
Analía deshizo su belleza
No bien la despojaron del anillo,
Y los hombres notaron, con sorpresa,
Que la perla brillaba…ya sin brillo.
L.G.C.