Cinco sonetos de amor
Publicado: Mar Oct 13, 2009 02:28
1
Algo
Algo para decirte, que me callo;
algo para mirarte, que me ciego;
algo para alcanzarte, que no llego
y para despertar, que me desmayo;
algo para esquivar a cada rayo
que atormenta el delirio de este ruego,
mientras tu ida diluvia como un fuego
sobre la soledad en donde estallo;
Algo para callarme, que te grito;
algo para cegarme, que te veo
lejana de este instante, desmayada;
algo para olvidarte necesito,
o algo que te devuelva a mi deseo
en el viaje del Todo hacia la Nada.
2
Donde dejó su sombra
La sombra del Amor la perseguía
bajo el tórrido rayo que alumbraba;
ella sabía que algo la acechaba,
pero qué la acechaba, no sabía.
Tuvo miedo y corrió. Ya atardecía,
y no miró hacia atrás, no se animaba,
y no supo jamás de qué escapaba:
se fue el sol, se dio vuelta, nada había.
Nunca volvió al lugar, tal vez por miedo.
Su soledad empaña las estrellas
luego de hacer borrosos los ocasos…
El Amor está aquí, remoto y quedo,
sin poder arrancarse de las huellas
que alguna vez hicieran nuestros pasos.
3
Como tal vez Chopin…
Como tal vez Chopin dejó su piano
por la felicidad inexpresiva,
estoy sintiendo ahora la masiva
proximidad de notas sin mi mano,
la prontitud de música que en vano
continuará en la paz sin ser cursiva,
ese grito interior que inútil viva
por siempre en la opulencia del Desgano.
La Dicha nos relaja la esperanza,
y de todos los sueños cae la meta
de lo que, siempre adrede, nunca alcanza.
Sin dolor alguno, nada se interpreta:
sólo el silencio calmo y la bonanza,
mientras muere en tus brazos un poeta.
4
Vivo para morir…
Vivo para morir, porque la vida
parece más valer mientras se escapa,
como un día de sol que se nos tapa
de pronto tras el flujo de una herida;
vivo para morir, pues no hay guarida
que no figure errante en algún mapa,
pues existe un final que nos atrapa
Y que deja al Amor sin más huida.
Estoy como escapando de las horas
que hacen girar el miedo de perderte,
mientras manchan las tardes las auroras…
Y sé que sigo en fuga por quererte,
en fuga del adiós que aún ignoras,
aunque grita el silencio de mi muerte.
5
Epímone
No puedes impedir que me reitere,
que me estalle por dentro el corazón,
que seas es mi propio corazón
el propio motivar que me reitere;
no puedes impedir que me reitere,
que hiera tu corazón mi corazón,
que repita mi mismo corazón
el mismo motivar que me reitere.
Pone lo mismo el mismo corazón:
“No puedes impedir que me reitere”.
Pone lo mismo el mismo corazón:
“No puedes impedir que me reitere”.
Pone lo mismo el mismo corazón…
¡No puedes repetir lo que te quiere!
Algo
Algo para decirte, que me callo;
algo para mirarte, que me ciego;
algo para alcanzarte, que no llego
y para despertar, que me desmayo;
algo para esquivar a cada rayo
que atormenta el delirio de este ruego,
mientras tu ida diluvia como un fuego
sobre la soledad en donde estallo;
Algo para callarme, que te grito;
algo para cegarme, que te veo
lejana de este instante, desmayada;
algo para olvidarte necesito,
o algo que te devuelva a mi deseo
en el viaje del Todo hacia la Nada.
2
Donde dejó su sombra
La sombra del Amor la perseguía
bajo el tórrido rayo que alumbraba;
ella sabía que algo la acechaba,
pero qué la acechaba, no sabía.
Tuvo miedo y corrió. Ya atardecía,
y no miró hacia atrás, no se animaba,
y no supo jamás de qué escapaba:
se fue el sol, se dio vuelta, nada había.
Nunca volvió al lugar, tal vez por miedo.
Su soledad empaña las estrellas
luego de hacer borrosos los ocasos…
El Amor está aquí, remoto y quedo,
sin poder arrancarse de las huellas
que alguna vez hicieran nuestros pasos.
3
Como tal vez Chopin…
Como tal vez Chopin dejó su piano
por la felicidad inexpresiva,
estoy sintiendo ahora la masiva
proximidad de notas sin mi mano,
la prontitud de música que en vano
continuará en la paz sin ser cursiva,
ese grito interior que inútil viva
por siempre en la opulencia del Desgano.
La Dicha nos relaja la esperanza,
y de todos los sueños cae la meta
de lo que, siempre adrede, nunca alcanza.
Sin dolor alguno, nada se interpreta:
sólo el silencio calmo y la bonanza,
mientras muere en tus brazos un poeta.
4
Vivo para morir…
Vivo para morir, porque la vida
parece más valer mientras se escapa,
como un día de sol que se nos tapa
de pronto tras el flujo de una herida;
vivo para morir, pues no hay guarida
que no figure errante en algún mapa,
pues existe un final que nos atrapa
Y que deja al Amor sin más huida.
Estoy como escapando de las horas
que hacen girar el miedo de perderte,
mientras manchan las tardes las auroras…
Y sé que sigo en fuga por quererte,
en fuga del adiós que aún ignoras,
aunque grita el silencio de mi muerte.
5
Epímone
No puedes impedir que me reitere,
que me estalle por dentro el corazón,
que seas es mi propio corazón
el propio motivar que me reitere;
no puedes impedir que me reitere,
que hiera tu corazón mi corazón,
que repita mi mismo corazón
el mismo motivar que me reitere.
Pone lo mismo el mismo corazón:
“No puedes impedir que me reitere”.
Pone lo mismo el mismo corazón:
“No puedes impedir que me reitere”.
Pone lo mismo el mismo corazón…
¡No puedes repetir lo que te quiere!