céfiro fresco, dulce brisa mía,
trenzas con tu huella, la luz sin derroche
rumor y vaivén, aires de alegría.
Afiebrado roce, auscultando el broche
soez ventisca, ábano de energía
desaforado ciclón sin anoche
se alza el cuerpo, en la inclemencia del día.
Se unifican las voces, se fraccionan
viajan sus ecos, a ras de las velas
impúdicas, encriptadas de estrellas.
Soleados de apego, se abandonan
al rito del sueño con lentejuelas
amanece, y no abandonan sus huellas.
Verónica ©
Todos los Derechos Reservados