Dicen que siento afición
por ti, si no idolatría,
lo cierto es que cada día
te escribo sin restricción.
Otros que tengo pasión,
cosa que puede ser cierta,
porque hay una vía abierta
entre tú y mi corazón.
Te conocí cuando niño
y entonces me deslumbraste,
pero nunca imaginaste
que obtendrías mi cariño.
Y aunque laureles no ciño,
pues prescindo de esas cosas,
tú me coronas con rosas
tan blancas como el armiño.
Junto a mí siempre estuviste
sin distinguir el momento,
en mis horas de contento
y en las que me sentí triste.
Como un querube viniste
cuando más te precisaba,
¡el ángel que me guardaba
desde que me conociste!
Tu nombre es lo más sagrado,
motivo de mi vivir
pues prefiriera morir
no sabiéndote a mi lado.
Por ti vivo enamorado
como un eterno Romeo,
por ti en imposibles creo
¡y creo hasta en lo soñado!
Y si la muerte algún día
me llegara de improviso
sabe que mi alma te quiso
como a nadie más querría.
Ninguna mujer podría
disputarte mi cariño,
pues te quise desde niño
¡oh, sublime Poesía!