defiende los catorce versos fieles
y moteja de bárbaros e infieles
a quienes los superan sin respeto.
Estando con amigos –un cuarteto
que a cuanto él decía echaba mieles–
desayunaba mientras de peleles
tildaba, y de herejes por completo
a quienes lo escribían ya doblado,
con metros diferentes o truncado…
En esto una muchacha por la acera
-fresca, grácil y oliendo a primavera-
pasó dejando a más de uno pavote.
Entonces acotóle un amigote:
-¡Esa sí los catorce superó!
a lo que Garcilope replicó:
-¡Ella tiene estrambote!