El amor y la guerra
Publicado: Sab Nov 05, 2011 01:40
El amor y la guerra
El hombre peina pómulos del alma,
hasta verter el ceno de la sangre
por el torrente ocre de la carne.
Ahí sentimos gotas traslúcidas
y enguantados vorágines de hierro,
es que la vida es dura como el cielo,
dormido en un puñado de canciones.
Aún puedo sentir la luz del viento,
agrietada en la vena de mi boca,
con la dulce mordida del destino.
Vamos amor, la lengua nos espera,
junto a un mechón naranja, de caricias.
Desnudemos la hiedra y la hojarasca,
al sonoro rugir de la conciencia,
enlodada en la brisa de algún beso.
Es otoño, y el sueño nos contempla,
desde el balcón oscuro de la noche,
Nosotros evaluamos la pureza,
para quedar dolidos en la lluvia.
...
Cuando Italia pensaba en Mussolini,
mi abuelo decoraba las macetas.
Era el tiempo nefasto de la guerra,
de los hombres dolidos por el hambre.
Pero lejos del tiempo terrorífico,
los arboles soltaban sus deseos,
y los niños brincaban en el agua.
Yo todavía estaba en las ideas
del creador de los cielos y la tierra.
Si Claretta leía los zodiacos,
mi abuela coqueteaba dulcemente,
hasta erizar los ojos del amado.
Los tiempos eran malos y eran duros.
Pero el amor brillaba en las banquetas,
y adornaba los quioscos y las plazas.
german g
El hombre peina pómulos del alma,
hasta verter el ceno de la sangre
por el torrente ocre de la carne.
Ahí sentimos gotas traslúcidas
y enguantados vorágines de hierro,
es que la vida es dura como el cielo,
dormido en un puñado de canciones.
Aún puedo sentir la luz del viento,
agrietada en la vena de mi boca,
con la dulce mordida del destino.
Vamos amor, la lengua nos espera,
junto a un mechón naranja, de caricias.
Desnudemos la hiedra y la hojarasca,
al sonoro rugir de la conciencia,
enlodada en la brisa de algún beso.
Es otoño, y el sueño nos contempla,
desde el balcón oscuro de la noche,
Nosotros evaluamos la pureza,
para quedar dolidos en la lluvia.
...
Cuando Italia pensaba en Mussolini,
mi abuelo decoraba las macetas.
Era el tiempo nefasto de la guerra,
de los hombres dolidos por el hambre.
Pero lejos del tiempo terrorífico,
los arboles soltaban sus deseos,
y los niños brincaban en el agua.
Yo todavía estaba en las ideas
del creador de los cielos y la tierra.
Si Claretta leía los zodiacos,
mi abuela coqueteaba dulcemente,
hasta erizar los ojos del amado.
Los tiempos eran malos y eran duros.
Pero el amor brillaba en las banquetas,
y adornaba los quioscos y las plazas.
german g