Jamás sembró en terreno más baldío
ni anuló de su vida la esperanza,
protegió su libertad contra ultranza
defendiendo con valor su albedrío.
Templó su espada con acero frío
ofreciendo a las causas, justa lanza,
hay nobleza y amor en su balanza,
su sangre tiene cuño y señorío.
Es caballero andante entre molinos
va desfaciendo entuertos y errores,
por las veredas, trochas y caminos.
Perdido en laberintos sin temores
él lucha entre truhanes y ladinos,
y en Dulcinea encuentra los amores.
©Roberto Santamaría
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