¡Que destino cruel te hizo alejarte
rompiendo en mil pedazos mi alegría!
Insufrible tu ausencia día tras día;
me duele hasta el aliento de extrañarte.
Todo yo, estoy herido de buscarte:
tu mirada, tu voz, tu compañía,
si tu sufres también la lejanía,
enséñame a saber cómo encontrarte.
Tuvimos siempre a gala ser sinceros
y lo fuimos. Tu y yo sabemos cuánto.
Quisimos ser en todo verdaderos,
quisimos compartir y darnos tanto,
nos dimos tan completos, tan enteros........
Sólo faltaba compartir el llanto.
Madrigal