Misa
Publicado: Dom Abr 22, 2012 12:08
¡Hola a tod@s!,
Voy a dejaros una cosa... que no sé ni cómo llamarla. La escribí cuando, asomado a la ventana de casa en el pueblecillo en el que vivo, observé, como todos los domingos, a las señoras del lugar, todas unas santurronas chismosas, llegarse a la "catedral" al toque de eucaristía. En fin, no me meto con la religión, sino con la hipocresía de las ancianitas que a todos ponen verdes, incluso mientras chapurrean el Padre Nuestro sentadas en los bancos de la capilla:
Din dan, din dan,
campanas vienen
campanas van.
Es domingo en el pueblito,
son las doce exactamente.
Las señoras despacito,
de manera muy ferviente,
van saliendo de sus casas
caminito de la iglesia.
Cogen suelto para tasas
del cepillo, ¡vaya pesia!
Ya se acercan a la entrada,
en donde van encontrando
mucha gente que, pesada,
se aglomera, y van entrando
a la casa del Señor,
todos como gallinitas,
a que Dios les dé valor:
pitas pitas pitas pitas.
Din dan, din dan,
campanas vienen
campanas van.
Se acurrucan en los bancos:
los santones los primeros
y los niños en los flancos;
en los asientos postreros
se preparan las gargantas
para cuando el señor cura
indique a todas las santas
que entonen con amargura:
El Señor creó el Edén;
Amén.
A Adán y Eva también;
Amén.
Y Jesús nació en Belén;
Amén.
Cerca de Jerusalén;
Amén.
Din dan, din dan,
campanas vienen
campanas van.
Terminado ya el sermón,
todos puestos de rodillas,
para recibir el don
del señor, sus maravillas:
por un lado está la carne
y por otro está la sangre.
La primera no es encarne
ni la otra va al palangre.
Toca ya darse las manos
como buen gesto de paz,
pues todos somos hermanos
sobre la tierra, su faz.
Todos salen muy contentos,
ya tiënen el perdón.
Ya no sufrirán tormentos
ni su alma desazón.
Din dan, din dan,
campanas vienen
campanas van.
Voy a dejaros una cosa... que no sé ni cómo llamarla. La escribí cuando, asomado a la ventana de casa en el pueblecillo en el que vivo, observé, como todos los domingos, a las señoras del lugar, todas unas santurronas chismosas, llegarse a la "catedral" al toque de eucaristía. En fin, no me meto con la religión, sino con la hipocresía de las ancianitas que a todos ponen verdes, incluso mientras chapurrean el Padre Nuestro sentadas en los bancos de la capilla:
Din dan, din dan,
campanas vienen
campanas van.
Es domingo en el pueblito,
son las doce exactamente.
Las señoras despacito,
de manera muy ferviente,
van saliendo de sus casas
caminito de la iglesia.
Cogen suelto para tasas
del cepillo, ¡vaya pesia!
Ya se acercan a la entrada,
en donde van encontrando
mucha gente que, pesada,
se aglomera, y van entrando
a la casa del Señor,
todos como gallinitas,
a que Dios les dé valor:
pitas pitas pitas pitas.
Din dan, din dan,
campanas vienen
campanas van.
Se acurrucan en los bancos:
los santones los primeros
y los niños en los flancos;
en los asientos postreros
se preparan las gargantas
para cuando el señor cura
indique a todas las santas
que entonen con amargura:
El Señor creó el Edén;
Amén.
A Adán y Eva también;
Amén.
Y Jesús nació en Belén;
Amén.
Cerca de Jerusalén;
Amén.
Din dan, din dan,
campanas vienen
campanas van.
Terminado ya el sermón,
todos puestos de rodillas,
para recibir el don
del señor, sus maravillas:
por un lado está la carne
y por otro está la sangre.
La primera no es encarne
ni la otra va al palangre.
Toca ya darse las manos
como buen gesto de paz,
pues todos somos hermanos
sobre la tierra, su faz.
Todos salen muy contentos,
ya tiënen el perdón.
Ya no sufrirán tormentos
ni su alma desazón.
Din dan, din dan,
campanas vienen
campanas van.