CUADERNO DE BITÁCORA
Publicado: Mar May 01, 2012 19:44
Hola chic@s,
Os dejo unas décimas que cuentan una historia marinera. No sé si esto debería ir en el foro de arte Mayor y arte menor (si se puede duplicar el tema lo pongo también alli, si no, nada). El formato me lo ha inspirado precisamente un tema de ese subforo, en el que cada día un@s grandes poetas de aquí nos brindan su genial inspiración. Espero que esto os guste, al menos que os dé para sonreír un poco
:
Son las seis de la mañana,
lejos suena una campana.
Hora es de ir a pescar;
me preparo con paciencia
para mis horas de ausencia
que me llevan a la mar
para buscar el yantar,
el que necesito tanto,
más que por la noche un manto
que cubra mis pobres huesos,
que no quedarán ilesos
ahora que me levanto.
Un poco de agua caliento
para un frugal desayuno,
que más bien será un ayuno,
apenas un alimento
para un cuerpo sin aliento
que es el mío, una piltrafa
que no cubre ni almalafa;
tal es mi ausencia de carne
que ni para atar un guarne
sirven mis dedos de gafa.
Las siete de la mañana,
cerca suena una campana.
Ya me estoy llegando al puerto,
aún se siente el terral...
¡Si es de noche, voto a tal!
El muelle está aún desierto;
aprovecho y me despierto,
no tardará el capitán,
que aunque es todo un patán
en el barco es el que manda;
nunca se está de parranda
cuando él manda con afán.
Si ya lo veo llegar.
¡Marinero de agua dulce!
dice en su tono agridulce
de aquél curtido en la mar.
¿Su grito de guerra? ¡Arr!
Lo llaman Ángel Kariño,
y eso que no tiene un piño
en su boca de cloaca,
igual que su madre, Paca,
que crío a menudo niño.
Las ocho de la mañana,
ocho golpes de campana.
Vamos soltando los cabos
para hacernos a las aguas,
pues no llevamos enaguas:
somos todos hombres bravos,
casi bestias con sus rabos.
Ya estamos en mar abierta,
especialmente cubierta
con un montón de borregos,
aunque no ahuyenta a los legos
que abarrotan la cubierta.
Vamos navegando millas
mar adentro, sin más prisas.
Nos echamos unas risas
sentados en nuestras sillas
y miramos las quisquillas
para pescar los bonitos,
¡ay, qué ricos saben fritos!,
pues nos servirán de cebo
para que pesque el mancebo
que hoy se estrena, es Carlitos.
Las nueve de la mañana,
lejos queda la campana.
Lejos estamos de casa,
ya no se ve tierra firme.
No tengo ganas de irme,
no soy ningún balarrasa
al que asuste el agua rasa.
Preparamos la carnada,
como no pesquemos nada...
Vamos sacando las cañas,
nos andaremos con mañas,
la mar ha de ser capeada*.
Poco a poco van picando,
entra ya el primero a bordo
¡Madre mía, está bien gordo!
Mientras tanto yo esperando,
ya me estoy impacientando.
Son verdaderos colosos
lo que pescan estos mozos.
¡Voto a bríos! ¡Voto a tal!
Ya era hora, menos mal,
van picando, ¡qué golosos!
Las doce de la mañana,
que le den a la campana.
Hicimos buena jornada,
¡Qué bien se portó Neptuno!
Por suerte ha sido oportuno.
Me daré buena panzada,
no me quejo para nada.
Pero miro a los pescados
que me brindarán bocados.
Tienen los ojos vidriosos,
los míos están llorosos...
¿Cuáles son vuestros pecados?
Volvemos a casa al fin.
Primero miro a estribor
y luego miro a babor.
En proa nada un delfín,
y aun estando en el confín
de la tierra y de los mares,
el viento me da en las nares
y gozo del panorama
de la mar, esta gran dama,
el mejor de los lugares.
FIN
¡Un abrazo!
* Esta palabra se pronuncia con hiato, pero éste lo he convertido en diptongo para que me dé la medida exacta.
Os dejo unas décimas que cuentan una historia marinera. No sé si esto debería ir en el foro de arte Mayor y arte menor (si se puede duplicar el tema lo pongo también alli, si no, nada). El formato me lo ha inspirado precisamente un tema de ese subforo, en el que cada día un@s grandes poetas de aquí nos brindan su genial inspiración. Espero que esto os guste, al menos que os dé para sonreír un poco

Son las seis de la mañana,
lejos suena una campana.
Hora es de ir a pescar;
me preparo con paciencia
para mis horas de ausencia
que me llevan a la mar
para buscar el yantar,
el que necesito tanto,
más que por la noche un manto
que cubra mis pobres huesos,
que no quedarán ilesos
ahora que me levanto.
Un poco de agua caliento
para un frugal desayuno,
que más bien será un ayuno,
apenas un alimento
para un cuerpo sin aliento
que es el mío, una piltrafa
que no cubre ni almalafa;
tal es mi ausencia de carne
que ni para atar un guarne
sirven mis dedos de gafa.
Las siete de la mañana,
cerca suena una campana.
Ya me estoy llegando al puerto,
aún se siente el terral...
¡Si es de noche, voto a tal!
El muelle está aún desierto;
aprovecho y me despierto,
no tardará el capitán,
que aunque es todo un patán
en el barco es el que manda;
nunca se está de parranda
cuando él manda con afán.
Si ya lo veo llegar.
¡Marinero de agua dulce!
dice en su tono agridulce
de aquél curtido en la mar.
¿Su grito de guerra? ¡Arr!
Lo llaman Ángel Kariño,
y eso que no tiene un piño
en su boca de cloaca,
igual que su madre, Paca,
que crío a menudo niño.
Las ocho de la mañana,
ocho golpes de campana.
Vamos soltando los cabos
para hacernos a las aguas,
pues no llevamos enaguas:
somos todos hombres bravos,
casi bestias con sus rabos.
Ya estamos en mar abierta,
especialmente cubierta
con un montón de borregos,
aunque no ahuyenta a los legos
que abarrotan la cubierta.
Vamos navegando millas
mar adentro, sin más prisas.
Nos echamos unas risas
sentados en nuestras sillas
y miramos las quisquillas
para pescar los bonitos,
¡ay, qué ricos saben fritos!,
pues nos servirán de cebo
para que pesque el mancebo
que hoy se estrena, es Carlitos.
Las nueve de la mañana,
lejos queda la campana.
Lejos estamos de casa,
ya no se ve tierra firme.
No tengo ganas de irme,
no soy ningún balarrasa
al que asuste el agua rasa.
Preparamos la carnada,
como no pesquemos nada...
Vamos sacando las cañas,
nos andaremos con mañas,
la mar ha de ser capeada*.
Poco a poco van picando,
entra ya el primero a bordo
¡Madre mía, está bien gordo!
Mientras tanto yo esperando,
ya me estoy impacientando.
Son verdaderos colosos
lo que pescan estos mozos.
¡Voto a bríos! ¡Voto a tal!
Ya era hora, menos mal,
van picando, ¡qué golosos!
Las doce de la mañana,
que le den a la campana.
Hicimos buena jornada,
¡Qué bien se portó Neptuno!
Por suerte ha sido oportuno.
Me daré buena panzada,
no me quejo para nada.
Pero miro a los pescados
que me brindarán bocados.
Tienen los ojos vidriosos,
los míos están llorosos...
¿Cuáles son vuestros pecados?
Volvemos a casa al fin.
Primero miro a estribor
y luego miro a babor.
En proa nada un delfín,
y aun estando en el confín
de la tierra y de los mares,
el viento me da en las nares
y gozo del panorama
de la mar, esta gran dama,
el mejor de los lugares.
FIN
¡Un abrazo!
* Esta palabra se pronuncia con hiato, pero éste lo he convertido en diptongo para que me dé la medida exacta.