que el viento de las aguas le arrebata
pensó que el blanco, el gris y el escarlata
eran quintaesencias de sudores.
El sol le concedió sus resplandores
la luna le prestó su luz de plata
y un viejo marinero me relata
la triste soledad de sus dolores.
...Cuando en las tardes al volver cansado
miro hacia el cielo con sus mil gaviotas
recuerdo el primer día en mi partida,
la estampa que en mi catre puse al lado,
el canasto del costo y estas botas,
que han sido las ganancias de mi vida.