
Desde mi gran ventana contemplo muchas veces
el mar azul, inmenso, cuando en calma se halla
ningún rumor se oye, hasta el silencio calla,
y sigo viendo el barco en el que tú pereces.
Que en sus aguas profundas estás y permaneces.
y las olas actúan como una gran pantalla
y sólo veo rocas con tintes de grisalla
pero en la mente sigues y no te desvaneces.
Aquellas flores blancas que te gustaban tanto
siguen en la ventana y cuando miro ahora
tu libro de poemas, lo leo con encanto.
Yo era el lector galante y tú la hermosa autora
de aquellos bellos versos, que hoy son recuerdo y llanto,
y noto que en mis ojos… una lágrima aflora.
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