Gloria a la edad anodina
destinada a hacerse aparte,
edad llamada al descarte,
vida cansada y cansina.
Hoy mi apagada retina
roba su brillo a los cielos
gozando con los pilluelos
que ahora alegran mi camino.
Con este espumoso vino
yo brindo por lo abuelos.
Por vosotros, generosos,
héroes callados y austeros
contrafuertes verdaderos
de soñadores fogosos.
En vuestros cuerpos añosos
conserváis un alma tierna
que es doblemente materna
y que suple con ternura,
silencio, entrega y dulzura
lo que pierde de moderna.
Jesús (Madrigal)