
Tenia entre sus manos, testigo silencioso,
los restos de un humano, que fue, y acabó en nada,
quizá le recordaba lo breve de lo hermoso
lo pronto que se acaba la vida solazada.
Sus ojos se encontraban en esa inmensa altura
mirando hacia lo eterno en busca del Amado,
estaban impregnados de mística dulzura
brillando cual estrellas del cielo tan soñado,
Y quiso ser muy pobre viviendo en la indigencia
al lado del humilde pues dio cuanto tenía,
su vida fue un ejemplo de amor y vehemencia,
fundó también la orden que el pueblo abrazaría.
En sus manos y pies estigmas ya se han visto,
quería padecer lo mismo que su Cristo.
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