Y la noche llegó y un suave viento
arrullaba al pasar a los cipreses,
se escuchaba el rumor de algunas hojas
y el silencio funesto del ambiente.
Una pequeña luz alumbra un foso,
es de un cirio ramplón que apenas arde
y entre sombras y luz surgen fantasmas
ocultos en tinieblas irreales.
En una fría lápida una anciana
en sus manos sostiene un crucifijo
y a la vez susurraba una oración
nombrando muy llorosa a su marido.
Fue una escena muy triste, deja huella.
oia sus lamentos a lo lejos,
yo no sé si gemía o sollozaba
mas nunca olvidaré aquel momento.
Si hasta el cielo llegan las oraciones
y ese llanto tan cruel y ese dolor…
unas lluvias divinas en su ayuda,
traerán gotas… serán gotas de amor.
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