En la alborada dejo mis anhelos
enrulados en la almohada blanca
cual un imaginario que se estanca
en el mágico yermo de los cielos.
Tras el avaro sino donde lelos
los minutos, en zona casi franca,
sin comisión ni pundonor ni banca
arrojan de costado sus pañuelos.
Allí, ya roto yazco confinado
en la vertiente capital, desnudo,
en un colchón de rosas y de calas
en un espacio solitario y nudo
por el asombro místico forjado
y el escozor del hombre y de sus balas.
enrulados en la almohada blanca
cual un imaginario que se estanca
en el mágico yermo de los cielos.
Tras el avaro sino donde lelos
los minutos, en zona casi franca,
sin comisión ni pundonor ni banca
arrojan de costado sus pañuelos.
Allí, ya roto yazco confinado
en la vertiente capital, desnudo,
en un colchón de rosas y de calas
en un espacio solitario y nudo
por el asombro místico forjado
y el escozor del hombre y de sus balas.