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¿MUJERES TRAUMADAS, O TRAUMÁTICAS?
Para la mayoría de las mujeres que han pasado por una ruptura sentimental, un abandono, una deslealtad, una infidelidad, una traición, un conflicto emocional o han enfrentado un proceso de desamparo moral, afectivo, social, familiar, anímico o una enfermedad corporal, ha significado para ellas, toda una jornada de particular angustia, al ponerse cara a cara con esos dolores tan grandes y densos para el alma, que no parecen tener solución, pero la verdad es que sí tienen solución.
El primer paso sería darse cuenta que con tanta inercia a cuestas y con esa actitud nefasta de sentirse negadas para todo y para todos.
Las mujeres traumadas se están limitando o cortando toda posibilidad y encima adquirieron de paso una conducta enfermiza que seguramente las llevará directo a la “Anoxia”, que es la privación de oxígeno al cerebro físico y al cerebro del alma, porque también el alma tiene su propio cerebro y necesita respirar aire fresco.
Ya no se trata de una simple anemia espiritual lo que viven las mujeres que están traumadas, con el alma llena de contusiones y confusiones, se trata ya de todo un moretón o hematoma de síntomas complejos y cada vez más difíciles de erradicar, tales como: La apatía, la mala fe, la mala voluntad, la paranoia, la pereza mental, la insatisfacción, la sensibilidad exagerada, la falta de confianza, la amargura, la tristeza, la envidia, la fobia y hasta la agresividad.
Una mujer traumada se vuelve una sombra que vaga por toda la casa y por toda la vida, una ermitaña intimista, huidiza, súper desconfiada, huraña apartada de todo y de todos, no quiere participar en ningún proyecto de vida ni le interesa saber nada de nadie, sólo vive para girar sobre el eje de su propia pena, seguir reciclando lo que le pasó, lamiendo y guardando sus viejas heridas sentimentales, como si fueran reliquias ancestrales.
Convierte a sus lamentaciones en su mejor “auditorio” sobre quien vomitar sus indigestiones, su autoestima se echa a rodar por todos los suelos como si fuera una corriente cargada de inseguridades, miedos, tristezas, incertidumbres y frustraciones: “yo no valgo nada”, “no sirva para nada”, “nadie me toma en cuenta”, “todos me quieren hacer daño”, “no tengo suerte”, “yo no se para qué nací”, “nadie se fija en mi”, “a nadie le importo nada” etc., y tanto repite estas frasecitas de bolsillo, que termina creyéndoselas toditas ella misma, y allí tenemos un problema todavía mayor que resolver.
La clave o código secreto amigas queridas para iniciar una buena reconstrucción de cualquier trauma que tengamos, consiste en aprender a respirar sabiamente. Muchas veces ni cuenta nos damos de cómo respiramos y ni siquiera nos hacemos concientes de la respiración, la tomamos como un acto mecánico, obligado y a veces en verdad lo hacemos tan mecánico que se nos olvida que tenemos que saber dirigir correctamente el oxígeno hacia el cerebro.
Cuando nos hacemos conscientes de la respiración, nuestro metabolismo cerebral cambia con el ritmo y el movimiento de nuestros pulmones al recibir el aire, se nutren los alveolos y se avivan las fuentes genéticas del saber orgánico, se expande el diafragma para recibir la carga de vida y transmitirla a manos llenas al cerebro nuevamente en reciprocidad. Entonces nacemos de nuevo a la vida con la satisfacción y la alegría de sentir que nuestra perspectiva mental también cambia para bien, nos nacen nuevos bríos, más seguridad, más ánimo, más entusiasmo, más vitalidad, más ganas de decir: “No quiero seguir siendo una mujer traumada”… ¡Yo merezco vivir y ser feliz!… ¡Voy a buscarme un amor! ¿Y quién dijo, o dónde está escrito que esté prohibido?
Autor: "Doral"
(Derechos de Autor)
Diseño: "Doral"
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