En el principio

[Josep Angel]

Jesucristo le había hecho saber a Pedro que edificaría en él su Iglesia. Y el pescador, cargado de gran responsabilidad sobre sus espaldas, durmió mal aquella noche. Y tuvo una pesadilla que le conmocionó.
Se hallaba ante su Maestro, encerrados ambos en una habitación de reducidas proporciones y completamente desnuda. El sentía la angustia de quién le falta el aire y le dolían tremendamente las piernas, cual si hubiera llegado de muy lejos. Y, con voz temblorosa, se quejaba al Señor.

-Pero si la Iglesia que tú quieres debe estar formada por los pobres del mundo, ella será aplastada con facilidad por los poderosos.
La mirada de Jesús era serena. Y su verbo cálido.
-No te preocupes Pedro. Tu Iglesia tendrá tanto poder que será más importante que cualquier institución habida en la tierra.
-Más, para lograr esa fuerza tendremos que contar con el favor de los ricos y poderosos -argumentó Pedro. -y esto no sucederá si llevamos a los desheredados de la tierra tu mensaje de liberación... porqué son sus esclavos.
-Te atormentas en vano mi buen Pedro. Yo, desde la derecha de mi Padre, guiaré los pasos de mi propia Iglesia.
-Pero Señor, si llego a tener tanto poder como para enfrentarme y vencer a los actuales dirigentes de la tierra, automáticamente ya seré uno de ellos... y habré abandonadonado la ribera de los humildes y sacrificados para pasar a la ribera de los ricos, de quienes rigen el mundo con tan solo levantar un dedo. Si con tu Iglesia vencemos a esos poderosos, nos convertiremos en sus sustitutos!!
-Mi Iglesia Pedro, barrerá a los actuales dirigentes, déspotas y criminales de la tierra e instalará en la abundancia a los que hoy pasan hambre. Y hará libres a quienes hoy viven bajo yugos para esclavos.

A Pedro le faltaba el aire. Sus piernas flaqueaban cada vez más. Y le dolía en la mente lo que necesitaba decir. Más no por ello las dudas afloraban como un campo de amapolas. Enormes dudas. Así era la pesadilla.
Y se soñó responder con voz quebrada:
-Para liberar a los presos necesario será apresar a sus opresores... los violentos no cederán sus riquezas sin violencia. Tendré que mancharme las manos de sangre. O que otros lo hagan por Tí y por mí...
-¿Y éso te preocupa?
-¿Qué de bueno puede nacer de la sangre y de la muerte?
-Pedro, Pedro... Dudas. Y la piedra donde quiero fundar yo mi Iglesia no debería tambalearse.
-Soy hombre. Y al dirigir a grandes masas se acumulará mucho poder en mis manos. Y la ambición me amenazará y tentará a creerme amo de muchas vidas.
Jesús meneó la cabeza algo molesto.
-No serás su amo. Les enseñarás. Les enseñarás a vivir mejor.
-Puede ser lo mismo. Manejaré los hilos de sus vidas. Si guío sus conocimientos, ¿qué seré si no su amo?
-Más lo harás por su bien!! Para salvarlos. -se encolerizó Cristo.
-Pero seré como un pastor. Que dirige a sus ovejas por la senda que le es necesaria... y las encierra al llegar la noche. Para su bien... -repuso Pedro fatigado.
Jesús observó a su discípulo con gravedad. Durante unos segundos. Luego, comenzó a decir:
-Te he elegido para liberar a los hombres. De todas sus cadenas, de todas sus miserias. Para que abandonen el lodazal donde habitan y surjan a las grandes y hermosas extensiones donde el aire es fresco y su fragancia enamora. Les corresponde, les espera desde el principio de los tiempos. Pedro, te he elegido para liberar hombres!!
-Y para entregártelos a Tí -apuntó un dolido Pedro, con la mirada entregada.
Entonces fue cuando Jesús se sintió atacado. Y se lo recriminó:
-A mi Iglesia!!
-¿Y qué es tu Iglesia?
-La salvación. El receptáculo de amor para los hombres en la tierra.
-Poder. Será poder y dominio. Los hombres que a ella vengan bajarán la cabeza con humildad y te harán todo tipo de ofrendas. Serán tus servidores, no seres libres.
-Harán sus ofrendas gozosos de haber encontrado la Verdad. ¿Esto les humilla?
-Dependerán de Tí, de mí, de mis sucesores... se sentirán obligados a seguir la senda que Tú les marcas. Aún cuando no puedan, aún cuando les cueste, aún cuando no lo deseen. Esto les humillará.
Jesús paseó su hermosa mano agujereada por la pared desnuda. Y miró a Pedro con preocupación, con tristeza. Su discípulo prosiguió:
-Y, conscientes del gran poder de la Iglesia, los astutos se arrimarán a ella. Los ambiciosos se colarán por sus puertas e instaurarán en su interior sus métodos. Los santos, los buenos, los pobres no lucharán por alejarlos. Quienes hoy dominan el mundo lo dominarán mañana bajo la cúpula de tu Iglesia, predicando tu palabra. Siento Jesús que desde tu Iglesia se organizarán las guerras que lleven a conquistar nuevos territorios, se aplicarán crueles castigos para dar ejemplo a quienes protesten, no obedezcan. Se manoseará tu palabra y harán de ella una caricatura empapada en sangre. Te reescribirán una vez tras otra: te adaptarán a sus ambiciones.
Pienso Jesús que los buenos no van a dirigir tu Iglesia, porqué ellos no dirigen nada. La sufrirán, como lo sufren todo. Tengo miedo Jesús de que estemos fabricando un escudo que se va a convertir en lanza. En hacha y espada.

Jesús se le acercó y posó sus manos en sus enjutos hombros. Le preguntó:
-¿No crees en mi palabra?
Pedro se ahogaba. Su angustia era ya insufrible. No quedaba aire en aquel pequeño cuarto. Su garganta, tremendamente seca, debía empujar una respuesta, una sola palabra... un único sonido gutural y nada más. Su Señor aguardaba impaciente. Y comenzó a cabalgar el principio de la historia que todos conocemos: quiso decir no, pero dijo si.

[Briza]

Hermosa historia la que nos compartes
poeta. Mil gracias por compartinosla.
bendicoines y besitos azules.