HIJOS DE LA LUZ - HIJOS DE LA OSCURIDAD
"Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida." (Juán, 8:12)
Cristo es la luz del mundo, y en él no hay tiniebla alguna.
Es el que guia nuestros pasos por el luminoso camino de la paz y la verdad, sacándonos de la región de las sombras de la muerte.
Los que creemos en él y llevamos el espíritu santo por medio del bautismo en su nombre, no permanecemos entre las tinieblas, sino que somos hijos de la luz e hijos del dia, siendo nuestros frutos bondad, justicia y verdad, buscando siempre lo que es agradable a Dios, para ser irreprensibles y sencillos, sin tacha en medio de la oscuridad de éste mundo sombrío, depravado y perverso, para resplandecer como lumbreras.
No somos cómplices de las obras infructuosas de las tinieblas, sino que las reprendemos, porque todo lo que es reprensible se descubre por la luz, que todo lo manifiesto, luz es.
¡No unciros en yugo desigual con los infieles! Pues ¿qué relación hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué unión entre la luz y las tinieblas? (2Corintios, 6:14)
Los hijos de la oscuridad son todos aquellos que para satisfacer sus impuros deseos siguiendo la concupiscencia de la carne desprecian la autoridad de Dios: adúlteros, mentirosos, fornicadores, ladrones, avaros, envidiosos, asesinos, sobervios...
"Osados, obstinados no temen ultrajar a la majestad" (2Pedro, 2:10)
Son los que abandonan la senda recta andando por veredas tenebrosas, torcidas e infames, caminando entre tinieblas sin saber a donde van.
Son presos de sus pasiones, llenos de impiedad, son como animales que no llevan el espíritu santo, árboles sin raíces, olas bravas de la mar que arrojan las espumas de sus pecados, mancillando su carne y blasfemando contra Dios.
Van atesorando ira y más ira para el día de la venganza y de la manifestación del justo juicio de Dios, sin reparar que con su bondad él los está llamando a la penitencia, pero ellos no se rinden a la verdad, sino que abrazan la injusticia hasta el día aquel que se los juzgará por medio de Cristo según su evangelio.
Ellos serán después de morir, los espíritus malignos de las regiones de los aires, potestades y adalides de las tinieblas del mundo.
"Estos son fuentes secas y nubes llevadas por el huracán, a quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas". (2Pedro, 2:17)
LEONOR
"Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida." (Juán, 8:12)
Cristo es la luz del mundo, y en él no hay tiniebla alguna.
Es el que guia nuestros pasos por el luminoso camino de la paz y la verdad, sacándonos de la región de las sombras de la muerte.
Los que creemos en él y llevamos el espíritu santo por medio del bautismo en su nombre, no permanecemos entre las tinieblas, sino que somos hijos de la luz e hijos del dia, siendo nuestros frutos bondad, justicia y verdad, buscando siempre lo que es agradable a Dios, para ser irreprensibles y sencillos, sin tacha en medio de la oscuridad de éste mundo sombrío, depravado y perverso, para resplandecer como lumbreras.
No somos cómplices de las obras infructuosas de las tinieblas, sino que las reprendemos, porque todo lo que es reprensible se descubre por la luz, que todo lo manifiesto, luz es.
¡No unciros en yugo desigual con los infieles! Pues ¿qué relación hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué unión entre la luz y las tinieblas? (2Corintios, 6:14)
Los hijos de la oscuridad son todos aquellos que para satisfacer sus impuros deseos siguiendo la concupiscencia de la carne desprecian la autoridad de Dios: adúlteros, mentirosos, fornicadores, ladrones, avaros, envidiosos, asesinos, sobervios...
"Osados, obstinados no temen ultrajar a la majestad" (2Pedro, 2:10)
Son los que abandonan la senda recta andando por veredas tenebrosas, torcidas e infames, caminando entre tinieblas sin saber a donde van.
Son presos de sus pasiones, llenos de impiedad, son como animales que no llevan el espíritu santo, árboles sin raíces, olas bravas de la mar que arrojan las espumas de sus pecados, mancillando su carne y blasfemando contra Dios.
Van atesorando ira y más ira para el día de la venganza y de la manifestación del justo juicio de Dios, sin reparar que con su bondad él los está llamando a la penitencia, pero ellos no se rinden a la verdad, sino que abrazan la injusticia hasta el día aquel que se los juzgará por medio de Cristo según su evangelio.
Ellos serán después de morir, los espíritus malignos de las regiones de los aires, potestades y adalides de las tinieblas del mundo.
"Estos son fuentes secas y nubes llevadas por el huracán, a quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas". (2Pedro, 2:17)
LEONOR
