UN VIAJE A NUESTRO INTERIOR
Hagamos un viaje a nuestro interior, haciendo silencio, para que el pensamiento y la imaginación levanten vuelo, para encontrar lo puro, lo luminoso.
Para ello debemos dejar cerradas las puertas que comunican con el mundo de abajo, el material, por donde caminan los malos espíritus, y abramos las puertas que comunican con el mundo de arriba: EL CIELO.
Hay que saber encontrar a Dios allí para lograr la plenitud.
Aprendamos a comulgar con ese mundo divino que está muy por encima de nosotros, y acercarnos a él TODOS LOS DIAS, con humildad, con respeto y adoración en el silencio de nuestra alma.
En ese clima tan perfecto surgirá nuestro equilibrio, donde reconoceremos nuestros errores e iremos desterrando de a poco lo agresivo.
Liberaremos a nuestro corazón de culpas, miedos o ira, de cualquier actitud negativa y sosegaremos nuestros sentimientos.
Si buscamos muy en lo profundo encontraremos nuestra belleza interna, el amor de Dios con sus mensajes y su armonía.
Esa puerta siempre hay que mantenerla abierta, porque encontraremos paz, liberándonos totalmente para felicidad nuestra, y nos enseña a subir muy arriba, por encima de las nubes, allí donde ya no dependemos de nada ni de nadie, donde no seremos lastimados.
Levantemos vuelo para volar siempre alto a nuestro interior, y entre las nubes de ese firmamento maravilloso, encontraremos al Señor Creador de todo ello y encontraremos lo sublime cuando lleguemos a sentirlo dentro de nosotros, tan profundamente que estaremos bañados en la luz de su presencia, y entonces ya no habrá separación, pues Dios mismo se manifestará en nosotros.
Será como cuando Jesús dijo: "Mi Padre y yo somos uno." ( Juán, 10:30).
Por eso, con el silencio y la meditación, explorando en nuestro interior, encontraremos la paz y el equilibrio, abrazando esos mundos profundos y luminosos.
Meditar es muy importante ya que Dios está en los pensamientos de cada uno de sus hijos.
" Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de tí, Oh Jehová, roca mía y redentor mío." ( Salmos, 19:14).
Meditar a solas, en el silencio de nuestra alma, pensando en el Señor, debe ser un gran placer para todos nosotros.
Hagamos como el salmista que escribió: " Meditaré en todas tus obras y hablaré de tus hechos". ( Salmos, 77:12).
No dejemos que nada turbe nuestra paz interior, tengamos paz y amor en nuestros pensamientos, hasta llegar a nuestra esencia.
El silencio es la base de nuestra armonía interna para alcanzar serenidad, transparencia y luz.
A volar, hermanos, y entre las nubes a Dios encontrar.
LEONOR