CONFESIÓN
Te llevo muy dentro en el torrente de mi sangre, en lo más íntimo de mi alma, y estás como un placer deleitándome siempre. Yo era una flor despojada de sus pétalos, arrojada en el suelo, y tú me recogiste para apretarme a tus latidos. Tú me has devuelto la vida. INGRID ZETTERBERG Dedicado a mi amado Señor Jesucristo De mi poemario "El árbol invencible" Derechos reservados Safe Creative Cta. 1006080193112 |
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