REFUNDACIÓN
Publicado: Sab Abr 24, 2010 17:05
Algo querrás decirme
desde el instante mismo
en que desde tu trono
desciendes a mi abismo;
y debe ser urgente
tu empresa y necesaria
porque, tal vez has visto
que mi alma sedentaria
parece marchitarse
y anclarse en la inacción,
paralizando a un tiempo
mi fe y mi corazón.
Algo querrás decirme
desde que hasta mi vía
bajaste a mis tinieblas
Tú que eres luz del día,
Tú, Dios de mis abuelos,
acaso habrás notado
que yazgo entre las redes
funestas del pecado,
en un terreno donde
mi necedad deshizo
la fuerza de tu gracia
y has visto que agonizo.
Tal vez por eso ahora
desciendes con premura,
al verme tan caído
envuelto en la amargura;
desnudo, moribundo,
de todo despojado,
para curar las llagas
que ya se han encostrado
y vendar las heridas
que me tienen inerme
y a infundirme tu aliento
para restablecerme.
Algo te habrá movido
que tan celosamente
como una dulce madre
que vela al hijo enfermo,
llegaste apresurado,
llegaste de repente
al ver que mi parcela
trocaba en seco yermo.
Quizá te percataste
de que el amor que un día
sembrabas en mi vida
con gozo y esperanza,
de pronto se apagaba
y entraba en agonía
rompiendo el equilibrio
de mi alma y la balanza.
Sembraste y te marchaste
confiado en mi respuesta,
confiando en los valores
que en mí depositabas;
pero dejé vencerme
del miedo y...eso apesta,
pues no he sabido darte
de mí lo que esperabas.
¡Oh buen Jesús! renueva
mi espíritu por dentro.
No apartes, no, tu rostro,
ni dejes que me muera.
Hoy quiero hallar de nuevo
la luz que desde el centro
de tu bondad se vierta
sobre mi sementera.
Renuévame por dentro
con espíritu firme.
Ya no me desampares,
Señor, ya no te alejes.
Sin Ti no puedo nada,
ni puedo corregirme.
Seré un cadáver siempre
si Tú no me proteges.
Haz ¡oh Señor! que sepa
resucitar contigo;
reintégrame al rebaño
donde tus seguidores
son UNO como quieres
y llámame tu amigo.
(acaso esté escondido
ya el fruto entre mis flores)
Devuélveme la dicha
que da tu salvación
y que tu Santo Espíritu
que todo lo transforma,
penetre en lo más íntimo
del roto corazón
donde tu amor se vuelva
mi amor, mi paz, mi norma.
Que con la misma audacia
y bajo el mismo prisma
de nuestros fundadores
y con su santidad,
responda ante tus signos
desde nuestro carisma,
con la consigna amable
de mi felicidad...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC
desde el instante mismo
en que desde tu trono
desciendes a mi abismo;
y debe ser urgente
tu empresa y necesaria
porque, tal vez has visto
que mi alma sedentaria
parece marchitarse
y anclarse en la inacción,
paralizando a un tiempo
mi fe y mi corazón.
Algo querrás decirme
desde que hasta mi vía
bajaste a mis tinieblas
Tú que eres luz del día,
Tú, Dios de mis abuelos,
acaso habrás notado
que yazgo entre las redes
funestas del pecado,
en un terreno donde
mi necedad deshizo
la fuerza de tu gracia
y has visto que agonizo.
Tal vez por eso ahora
desciendes con premura,
al verme tan caído
envuelto en la amargura;
desnudo, moribundo,
de todo despojado,
para curar las llagas
que ya se han encostrado
y vendar las heridas
que me tienen inerme
y a infundirme tu aliento
para restablecerme.
Algo te habrá movido
que tan celosamente
como una dulce madre
que vela al hijo enfermo,
llegaste apresurado,
llegaste de repente
al ver que mi parcela
trocaba en seco yermo.
Quizá te percataste
de que el amor que un día
sembrabas en mi vida
con gozo y esperanza,
de pronto se apagaba
y entraba en agonía
rompiendo el equilibrio
de mi alma y la balanza.
Sembraste y te marchaste
confiado en mi respuesta,
confiando en los valores
que en mí depositabas;
pero dejé vencerme
del miedo y...eso apesta,
pues no he sabido darte
de mí lo que esperabas.
¡Oh buen Jesús! renueva
mi espíritu por dentro.
No apartes, no, tu rostro,
ni dejes que me muera.
Hoy quiero hallar de nuevo
la luz que desde el centro
de tu bondad se vierta
sobre mi sementera.
Renuévame por dentro
con espíritu firme.
Ya no me desampares,
Señor, ya no te alejes.
Sin Ti no puedo nada,
ni puedo corregirme.
Seré un cadáver siempre
si Tú no me proteges.
Haz ¡oh Señor! que sepa
resucitar contigo;
reintégrame al rebaño
donde tus seguidores
son UNO como quieres
y llámame tu amigo.
(acaso esté escondido
ya el fruto entre mis flores)
Devuélveme la dicha
que da tu salvación
y que tu Santo Espíritu
que todo lo transforma,
penetre en lo más íntimo
del roto corazón
donde tu amor se vuelva
mi amor, mi paz, mi norma.
Que con la misma audacia
y bajo el mismo prisma
de nuestros fundadores
y con su santidad,
responda ante tus signos
desde nuestro carisma,
con la consigna amable
de mi felicidad...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC