PLEGARIA
Publicado: Mar Sep 07, 2010 19:08
Retírame, Señor, este blasfemo
picor que me ha dejado la caída.
Permíteme aspirar por el supremo
magnífico regalo de tu vida.
No quiero ya tener esos amores
que dan a cuentagotas los mortales
y dejan desencantos y dolores
hundiéndonos en simas abisales.
Te quiero sólo a ti porque Tú labras
la auténtica quietud. Sólo Tú llenas
la aspiración de mi alma. Tus palabras
plenas siempre de amor, rompen cadenas.
Ven ya a mi corazón en la sonora
hora crepuscular en que te nombro.
Tu acoges con bondad al que te adora
y sabes rescatarlo del escombro.
Apiádate de mí. Pido clemencia
a nombre mío y de mis compañeros
que acaso con su gris indiferencia
le abrieron a mi amor otros senderos.
Bien sé que la oración nunca es tardía
por más que tu respuesta se me esconde.
Si busca sanación mi herida impía,
tu dulce Corazón siempre responde.
Sé Tú, Señor, mi paz y mi consuelo
en las amargas horas y en las bellas.
Habita junto a mí como en el cielo,
igual como en la flor y en las estrellas.
No duermas, mi Señor, como en el lago
cuando en la barca hallaste tu reposo
y ante la tempestad cual diestro mago
calmaste al mar y al viento fragoroso.
No duermas, mi Señor, hoy que mi pecho
sangrado sigue por violenta herida
que una gran tempestad de amor ha hecho
y ha dejado en la mar mi barca hundida.
Fue un fatuo amor, como esos que ilusionan
al corazón tan pronto como nacen;
pero luego, lo mismo te traicionan...
son amores que no saben lo que hacen...
Ven, médico divino. Ven y cierra
esta llaga causada por amores
transitorios que me anclan a la tierra
y que dejan tan sólo sinsabores.
Yo quise amar. Perdona mi pecado.
Perdóname, Señor. Siempre he creído
que perdonas más fácil al que ha amado
que al otro cuyo amor tuvo escondido.
Quiero gozar la cálida ternura
que allí en tu Corazón bulle y palpita
y que a pesar de tanta desventura
que nace del pecado, nos visita.
Quiero a tu potestad rendir honores
y desprenderme ya de las caretas
de ese oropel que dejan los amores
que hacen de los humanos, marionetas...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC
picor que me ha dejado la caída.
Permíteme aspirar por el supremo
magnífico regalo de tu vida.
No quiero ya tener esos amores
que dan a cuentagotas los mortales
y dejan desencantos y dolores
hundiéndonos en simas abisales.
Te quiero sólo a ti porque Tú labras
la auténtica quietud. Sólo Tú llenas
la aspiración de mi alma. Tus palabras
plenas siempre de amor, rompen cadenas.
Ven ya a mi corazón en la sonora
hora crepuscular en que te nombro.
Tu acoges con bondad al que te adora
y sabes rescatarlo del escombro.
Apiádate de mí. Pido clemencia
a nombre mío y de mis compañeros
que acaso con su gris indiferencia
le abrieron a mi amor otros senderos.
Bien sé que la oración nunca es tardía
por más que tu respuesta se me esconde.
Si busca sanación mi herida impía,
tu dulce Corazón siempre responde.
Sé Tú, Señor, mi paz y mi consuelo
en las amargas horas y en las bellas.
Habita junto a mí como en el cielo,
igual como en la flor y en las estrellas.
No duermas, mi Señor, como en el lago
cuando en la barca hallaste tu reposo
y ante la tempestad cual diestro mago
calmaste al mar y al viento fragoroso.
No duermas, mi Señor, hoy que mi pecho
sangrado sigue por violenta herida
que una gran tempestad de amor ha hecho
y ha dejado en la mar mi barca hundida.
Fue un fatuo amor, como esos que ilusionan
al corazón tan pronto como nacen;
pero luego, lo mismo te traicionan...
son amores que no saben lo que hacen...
Ven, médico divino. Ven y cierra
esta llaga causada por amores
transitorios que me anclan a la tierra
y que dejan tan sólo sinsabores.
Yo quise amar. Perdona mi pecado.
Perdóname, Señor. Siempre he creído
que perdonas más fácil al que ha amado
que al otro cuyo amor tuvo escondido.
Quiero gozar la cálida ternura
que allí en tu Corazón bulle y palpita
y que a pesar de tanta desventura
que nace del pecado, nos visita.
Quiero a tu potestad rendir honores
y desprenderme ya de las caretas
de ese oropel que dejan los amores
que hacen de los humanos, marionetas...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC
