
Se quiebran las manos
ácida tormenta cae sobre la piel,
su figura parada, en mis dedos agrietados
agarrando un arma se encuentra èl.
Esa lluvia la mente enferma
llena de maldad a la tierra va a caer,
despiadada malicia no merma
corroída está la carne, no la puedo sostener.
Una figura siniestra
cuyo rostro no podemos ver,
derramará solo una muestra
del dolor que nos va a entristecer.
Pero yo sigo tratando
deteniendo este maleficio del infierno.
le pido a Dios, de rodillas orando
nos de las fuerzas para derrotar el averno.
Julio Medina
1 de junio del 2011