EXTASIS
Publicado: Lun Abr 28, 2014 20:39
Desde el banco solitario
de una capilla olvidada
en la que no había puerta
ni guardian que la cuidara
un niño pobre miraba
entre febril y extasiado
la figura abandonada
del Cristo del Santuario
Todo un dolor milenario
se vertía por sus llagas
y las heridas sangrantes
abiertas y laceradas
cubiertas de sucio polvo
y doblemente afrentadas
por el olvido ominoso
más que hablarle le gritaban
de sufrimientos profundos
y de un perdón sin palabras
Vió de la cruz suspendidas
todas sus tristes mañanas
el infortunio y el frío
la miseria de su casa
y vió el llanto de su madre,
y vio la desesperanza
y vio la injusticia estéril
que en los puros se cebaba
Sintió como suya propia
aquella sangre inmolada
sintió suya la tristeza
que de aquel Cristo manaba
sintió su pequeño cuerpo
castigado de desgracias
como humilde y fiel espejo
de aquella figura santa
Y un fulgor claro de estrellas
lo rodeó en un instante
mientras que aromas fragantes
sus sentidos endulzaban
Sus propias manos sangrantes
por mil clavos transpasadas
duelo a duelo y lentamente
sobre el barro goteaban
a la par que una sonrisa
dulce y plena de esperanza,
sutil, suave y candorosa,
sublime, inocente y cándida
poquito a poco a sus labios
llegaba cual llamarada
iluminando las sombras
de aquella estancia olvidada
Nadie ha sabido mejor
entender todo el dolor
de este Cristo abandonado
ni nadie tan cerca ha estado
de entregar su corazón
con humildad y fervor
ante el Señor inmolado
que aquel niño desgraciado
que en esa capilla entró
para sentir el Amor
del Jesús crucificado
de una capilla olvidada
en la que no había puerta
ni guardian que la cuidara
un niño pobre miraba
entre febril y extasiado
la figura abandonada
del Cristo del Santuario
Todo un dolor milenario
se vertía por sus llagas
y las heridas sangrantes
abiertas y laceradas
cubiertas de sucio polvo
y doblemente afrentadas
por el olvido ominoso
más que hablarle le gritaban
de sufrimientos profundos
y de un perdón sin palabras
Vió de la cruz suspendidas
todas sus tristes mañanas
el infortunio y el frío
la miseria de su casa
y vió el llanto de su madre,
y vio la desesperanza
y vio la injusticia estéril
que en los puros se cebaba
Sintió como suya propia
aquella sangre inmolada
sintió suya la tristeza
que de aquel Cristo manaba
sintió su pequeño cuerpo
castigado de desgracias
como humilde y fiel espejo
de aquella figura santa
Y un fulgor claro de estrellas
lo rodeó en un instante
mientras que aromas fragantes
sus sentidos endulzaban
Sus propias manos sangrantes
por mil clavos transpasadas
duelo a duelo y lentamente
sobre el barro goteaban
a la par que una sonrisa
dulce y plena de esperanza,
sutil, suave y candorosa,
sublime, inocente y cándida
poquito a poco a sus labios
llegaba cual llamarada
iluminando las sombras
de aquella estancia olvidada
Nadie ha sabido mejor
entender todo el dolor
de este Cristo abandonado
ni nadie tan cerca ha estado
de entregar su corazón
con humildad y fervor
ante el Señor inmolado
que aquel niño desgraciado
que en esa capilla entró
para sentir el Amor
del Jesús crucificado