H/IDENTIDAD-CUERPO

Espacio para reflexiones, inspiraciones, poesías cristianas y espirituales.

Moderador: Moderadores

Responder
Christ_Velan
* * * * * * * *
* * * * * * * *
Mensajes: 1694
Registrado: Mar Dic 11, 2007 03:29

H/IDENTIDAD-CUERPO

Mensaje por Christ_Velan » Mié Jul 09, 2008 21:06

   
 


Poema=


H/IDENTIDAD-CUERPO

El cuerpo no es el sepulcro del alma, como pretendía el helenismo. No es solamente la barca de la que el alma es el barquero. El cuerpo es más que un compañero en el camino. El dualismo surge continuamente en la historia del pensamiento y de las actitudes humanas. Tal vez porque parece la forma más sencilla y convincente de explicar la interna división del hombre que quiere una cosa y, sin embargo, se siente impulsado a realizar lo que no quiere. A pesar de ello, los dualismos no ofrecen una respuesta total al problema del hombre al subrayar excesivamente la separación entre el cuerpo y el alma.Es necesario redescubrir la integración del cuerpo en la identidad del hombre: una tarea siempre laboriosa pero magnífica para la
comprensión del hombre y para la educación moral. Es necesario comprender que el cuerpo nos lleva al descubrimiento y la realización de nosotros mismos. Por el cuerpo llegamos a la maduración de nuestra conciencia y al hallazgo de nuestra identidad.
El cuerpo, además, nos lleva a la experiencia del mundo en el que vivimos y del mundo que tenemos que edificar y plasmar. La experiencia corporal de las cosas es siempre un misterio de cercanía y de desgarro. Gracias a nuestra presencia corporal, el mundo es un mundo humano, las cosas se convierten en símbolo y ofrenda y reciben el milagro de la autotrascendencia. Por otra parte, el cuerpo es esa parte privilegiada de mundo que observamos desde fuera y sentimos desde dentro: «Es, por tanto, la vía que nos conduce al adentro de todo», como escribía Lanza del Vasto.


Por otra parte, el cuerpo es la llave mágica que nos abre al encuentro con los otros. El cuerpo es expresión y lenguaje, tanto de acogida como de rechazo, de comunión como de desdén. El cuerpo percibe y realiza el misterio de la ausencia y de la presencia. La sabiduría popular ha plasmado esta experiencia ancestral en adagios que vinculan el amor a la mediación corporal, presencial: «Ojos que no ven, corazón que no siente», «Lejos de los ojos, lejos del corazón». Somos para los demás una «presencia» a través de nuestra corporeidad. Y somos para los demás ofensa y desplante cuando les ofrecemos nuestra ausencia corporal. Negar a otro el saludo, la presencia, la cercanía corporal, es negarle el amor.Espacio del descubrimiento de mí mismo, de las cosas y de los demás, el cuerpo es por fin la mediación imprescindible en el encuentro con Dios. Desde la postración de Moisés ante la zarza ardiente hasta la experiencia teresiana del corazón traspasado por el amor, la vivencia fascinante y tremenda de la cercanía del misterio no puede por menos de afectar a la dimensión corporal del hombre. Pero la respuesta adorante y suplicante, por muy subida que sea, tampoco puede prescindir de la corporeidad. Ya Tertuliano nos decía con una frase preñada de hondo sentido cristológico: «La carne es el quicio de la salvación». Si Dios quiso ofrecer a este mundo la salvación, lo hizo aceptando nuestra carnalidad, viviendo la aventura de ser carne y hombre, aceptando la aventura
arriesgada y osada de pasar por el vericueto de la corporeidad humana.
Por eso la Sagrada Escritura presenta el cuerpo humano con infinita dignidad. Es fruto de la atención creadora de Dios. Con rasgos antropomórficos se nos dice que Dios lo modela con mimo de alfarero (Gn 2,7). Y es fruto de la sabiduría afectuosa del Dios que lo modela, como reconoce Job en una plegaria que parece un alegato ante el creador de la carne: «Tus manos me han plasmado, me han formado, ¡y luego, en arrebato, me quieres destruir!» (Job 10,8).
El cuerpo humano es, en consecuencia, una constante ocasión para la alabanza y la contemplación maravillada: «Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras», o «porque soy un prodigio», como se encuentra en otros manuscritos (Sal 139,13-14).
Es cierto, sin embargo, que la Escritura ve al cuerpo humano en toda su ambigüedad. Camino de gracia es también camino de tentación. Es el hombre corporal el que come de un fruto del paraíso (Gn 3) o se prosterna ante un becerro de oro en las estepas del Sinaí (Ex 32). El cuerpo es símbolo de las opciones del hombre y de su fidelidad a la elección de Dios, pero es también símbolo de las opciones contra Dios. Algo de eso nos indica la historia paradigmática de Sansón. Cuando el hombre se mantiene fiel al proyecto de Dios, su mismo cuerpo se halla integrado en esa opción; pero cuando el hombre abandona a Dios, que es su fuerza,
el forzudo no puede evitar su innata disgregación y debilidad (Jue 16, 17.28).
Ambivalente como es, expresión de entrega o de rechazo, el cuerpo humano alcanza en el Nuevo Testamento su máxima finalización y glorificación. Aquí la carne se convierte en el medio de la salvación, es asumida por el Hijo de Dios. La Palabra se hace carne y tangibilidad, presencia corporal (Jn 1,14).
Si el cuerpo es el camino de la luz y de la gracia, como parece sugerir el prólogo de Juan, el cuerpo de Jesús se nos presenta como reflejo y presencialización de sus íntimos sentimientos. Jesús se cansa, mira con afecto o con enojo, y todo eso se percibe en su rostro (Mc 10,21.23; Mc 3,5; Jn 4,6). Y, finalmente, como signo
sacramental de su entrega por los suyos "y por muchos", ofrece su propio cuerpo (Lc 22,19). Hasta la experiencia pascual de la resurrección no puede prescindir de la corporeidad. El Tomás que pide tocar el cuerpo del resucitado nos recuerda que no hay luz sin cruz, que no hay resurrección gloriosa sin el paso por la corporeidad crucificada: el glorificado es el mismo que el crucificado (Jn 20, 27). El nos ha redimido y ha redimido nuestra experiencia corporal desde su experiencia corporal, y al resucitar en su cuerpo ha glorificado nuestra corporeidad.
De ahí que, en consecuencia, el cuerpo del hombre entre en el marco de las mediaciones de la salvación. Santificado por la gracia sacramental en el bautismo, incorporado a la entrega del Cristo en la eucaristía, elevado a la categoría de signo del amor y de la fidelidad en el matrimonio, es ungido y acompañado por la oración
al entrar en el mundo misterioso del dolor.

Autor desconocido.

Christ_Velan


Imagen

 
   

Avatar de Usuario
Doral.
Forista Distinguida
Forista Distinguida
Mensajes: 3747
Registrado: Jue Dic 06, 2007 17:46
Ubicación: En la Aurora de la Luz Inmortal
Contactar:

Re: H/IDENTIDAD-CUERPO

Mensaje por Doral. » Jue Jul 10, 2008 19:15

La identidad del hombre como cuerpo-mente-espíritu,
uf la paradoja eterna tan debatida por los tantos estratos
científicos, filosóficos y clérigos del mundo entero.

Yo sólo puedo percibir una cosa: Que sin la materia, no podría
manifestarse el espíritu, y una materia espiritual sin mente,
sería como comerte un plato de comida sin sal,
insípida y quizá sin conocimiento de lo que es el sabor
del saber o el sabor del conocimiento completo manifestado
en las tres fuerzas primarias de la misma naturaleza humana.

Mis respetos Chris,

Doral.
Imagen
"La felicidad es un estado mental, tú defines si quieres serlo o no"

Avatar de Usuario
TARDE GRIS
Más de 10000 publicaciones
Más de 10000 publicaciones
Mensajes: 12269
Registrado: Mar Feb 17, 2009 17:10
Ubicación: MÉXICO

Re: H/IDENTIDAD-CUERPO

Mensaje por TARDE GRIS » Lun Sep 21, 2009 18:38

Interesante tu escrito, coincido con Doral,
realmente es un honor siempre leerte, mis
saludos con cariño...El cuerpo es símbolo de las opciones del hombre y de su fidelidad a la elección de Dios, pero es también símbolo de las opciones contra Dios.
Esta frase me gustó...
Imagen

Responder

Volver a “Inspiraciones Cristianas”