Estuve un tiempo en un grupo vecinal y conocí allí a un tipo que, aún hoy, pasados varios años, no sé como calificar. Tenía un comportamento que sonaba a doble moral, a hueco. Pero quizás no era así. Siempre me ha quedado en la mente una frase que, ante cualquier problema de enfrentamiento que pudiera haber en el seno del grupo, solía decir, como si fuera un dogma de fe. Y para él lo era.
"Yo siempre digo la verdad. Me da igual que se pueda enfadar la persona a quien se la digo".
Independientmente de su error en la formulación de la frase, pues él lo que expresaba era solo su verdad y no más, lo importante para mí en su comportamiento era el modo en que utilizaba ésa, para él, "verdad completa". La utilizaba como un arma, como un arma arrojadiza a otros compañeros suyos. En reuniones, cuando no había acuerdo sobre el punto que fuera, ese individuo se encaraba y convertía el diálogo, incluso la discusión, en un combate. Y él, como ya dije antes, luchaba arrojando "la verdad".
En manos de tipos de como éste, la verdad, relativa, que es la que poseía él, pasa de ser algo de raíz noble a algo que hace daño, que hiere. Es como un cuchillo que raja la piel de quién recibe esa verdad. Por ello, la sinceridad, el motor de comportarse de esta forma, pasa de ser un sentimiento bondadoso, que aplana caminos, aclara zonas oscuras, desvanece la niebla, a un sentimiento utilizado para causar dolor. Algo cruel que se emplea cual si en realidad se estuviera haciendo algo bueno. Es como zaherir con una sonrisa en los labios. Por ello, por comportamientos de tipos como éste, me cabe el preguntar: la sinceridad (la parte de verdad que poseemos) es siempre buena? ¿Es lo más acorde con ayudar a alguien el optar por la sinceridad?
A mi madre le he oído decir muchas veces su estima por las mentiras piadosas. Así las llama ella. Por esconder algo cierto si con ello se evita el causar daño a una persona o a varias. Cuando era un adolescente no podía estar de acuerdo con esta manera de pensar. Siempre consideré que el engaño, se diera por el motivo que se diera, era un tipo de desprecio hacia el ser engañado. Como si éste fuera alguien que no mereciera saber lo que realmente estaba sucediendo. ¿Hay mentiras piadosas? ¿El esconderle la verdad de su situación a alguien en ocasiones es una muestra de bondad hacia él? Aún hoy estoy inclinado a que no. Pero quizás mi madre y personas qu abogan por esta manera de actuar puedan tener una parte de razón. Hay personas(yo mismo soy una de ellas) que dicen a familiares y amigos que si llega el día desgraciado en que contraen una enfermedad incurable, un cáncer por ejemplo, que les corta su tiempo de vida a escasos meses, que no se les comunique. Ni amigos ni médicos. Pues quieren vivir el tiempo que les quede con la ilusión(aunque sea vana) de que no se les está acabando su vida y, aunque conscientes de que sufren algo muy grave, desean mantener la ilusión de que podrán superarlo. Dicen: si un médico me hace saber que sufro un cáncer de... me mata allí mismo. El tiempo que me reste va a ser un martirio. Hablo siempre de los casos de cáncer ya imposible de curar, claro.
Por ello, ¿hay mentiras lenitivas que pueden resultar bondadosas? ¿Engaños que ayuden al ser engañado, por lo tanto, en principio despreciado como si fuera alguien incapaz de poder asumir toda su realidad?
¿Todo es tan relativo en nuestra existencia que en ciertos casos la verdad puede adquirir tonos de maldad y la mentira efectos bondadosos?
Tengo cientos de dudas... o no.
Verdades, mentiras y cientos de dudas... o no.
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Josep Angel
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Re: Verdades, mentiras y cientos de dudas... o no.
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