La noche es distinta, se puede sentir en el aire que algo ha cambiado, una decisión ha sido tomada, o quizás simplemente se deba al cambio de estación. El cielo se muestra tan azul como el océano en su plenitud, ni muy oscuro ni muy claro, lo suficiente intenso para que su profanidad sea capaz de digerir en su cabalidad a las instalaciones de la noche.
Alex suspira, la densa neblina le otorga un aspecto casi fantasmal a su semblante, tan blanco como la pulcra nieve antes de caer rendida bajo la magnificencia del astro rey, pero a la vez tan frágil como el agua que la vio nacer. Así es él.
Con ambas manos escondidas en los bolsillos de su cazadora, camina a paso confiado, el frío es despiadado y le cala hasta los huesos, pero aquello no importa. Sabe que debe llegar, por ella, no por que lo extrañé, sino por que él la necesita. Reprime el deseo de sacar un cigarrillo.
Aquello es dañino para la salud— medita con sorna, y en sus finos labios se forma una mueca que de seguro debería corresponder a una sonrisa, o algo similar. Él no está seguro, pero al menos hace el intento.
Con exceso de convicción salta una valla, ignorando el letrero que señala “prohibido el paso”.
Haciendo gala de su excelente condición física no tiene problemas al aterrizar con soltura, y mucho menos duda al observar aquel andén que se muestra con soberbia a pocos metros del lugar en donde se encuentra.
Al fin a llegado…
Sin perder un solo segundo comienza a aumentar la velocidad de sus pisadas, la intensidad de sus latidos se hace desacompasada y sus jadeos son mitigados únicamente por los segundos que se toma para de vez en cuando tragar un poco de la saliva que fruto del nerviosismo se ha ido agolpando en su boca.
¿En verdad crees que puedas conseguirlo? — le interroga la molesta voz de su conciencia, mientras el niega con esa extraña sonrisa enmarcada en su rostro. Ya no existe nada que pueda hacerle cambiar de parecer.
El sonido del asfalto rozando contra la suela de sus botines es la única melodía que reina en el ambiente, ya que la noche está excepcionalmente insonora. A Alex le pareció en demasía extraño que ni siquiera la orquesta de grillos hiciese gala de presencia, pero no se detiene en analizar demasiado la situación, no cuando tiempo atrás aquel sonido le había acompañado en innumerables noches que él prefería no recordar.
Su pie derecho se engancha en una de las líneas férreas causando un inminente tropiezo en el erguido muchacho. Alex consigue refrenar el caer de cara al andén, pero no mitigar el golpe por completo. Sus manos se convierten en verdaderos escudos contra la húmeda tierra que cubría el metal.
Embravecido suelta un par de maldiciones y escupe al suelo. Odiando como nunca quedar de boca al piso, y es que no existía para él situación más indigna que encontrarse de rodillas. Con rapidez y más intensidad de la necesaria sacude la tierra de sus rodillas, y utiliza su cazadora quitar el polvo de sus arañadas manos.
Con súbita esperanza se abre paso entre la espesura de aquel follaje, dejando que la maleza conservada con extremado descuido sea su único muro entre él y su destino, Entonces sigue, continua su camino por aquella línea que de antaño fue reconocida por guiar a aquel tren directo al paraíso. Entonces la ve, dos tímidos faroles se asoman ante la imponente morada de los Bremmen.
Se adentró en las inmediaciones del aquella finca, y obligó a su cuerpo a contenerse de cometer una locura antes de tiempo, reprimiendo con sobrenatural autocontrol los indicios de ira ciega que amenazan con asomar su humanidad.
Puedes hacerlo, tienes hacerlo— el zumbido en sus oídos comienza a molestar y sabe que al fin está cerca, no quiere ser débil, no frente a ella… No como aquella vez.
Hola; soy nueva y hum, espero conocer mucha gente que me ayude a perfeccionarme en esta área. Hum, haber si más tarde subo un trozo. Besos.
