Se pone en guardia, y asoma su modesta nariz, que huele el miedo,
escribiendo algún fonema en la pizarra, y aliviando el tedio.
De la escuela alemana, emigrante y hoy catedrático, en la facultad de Derecho,
procede a advertirnos, estudiantes: ¡No os volváis locos y sin remedio!
Estudiad poquito a poco, y sacad sobresalientes y notables.
El Derecho Natural lo aprendí en la Selva Negra. De Berlín a Colonia y Göettingen.
Un respeto a la academia democrática, y al relativismo y su paciencia.
Escuchemos a todas las partes minoritarias.
Quien no obtiene buenas calificaciones, desde ahora, no será inspector
el día de mañana. Tomar las decisiones justas incomoda,
tanto como el deber, cumplirlo, a su debido tiempo.
Les he mandado un trabajo, de comentario. Leamos al austriaco Hans Kelsen.
Él aprendía de la Constitución americana, y de sus enmiendas,
y participó en su vuelta a Austria, elaborando algunos textos de su Carta Magna,
que hoy día, rige su gobierno. España se copió de Francia y de Alemania.
Los alemanes aprendieron a no someter al visitante... Israel.
Los franceses, con Napoleón Bonaparte a la cabeza, a no invadir Europa entera.
No, porque llegaron a Rusia, y el frío les dio una idea de lo que es
dar a cada uno lo suyo. Dar una paliza, a quien lo merece.
El Derecho civilizado es una fuerza coactiva, apoyada en cuerpos de Seguridad de un Estado.
El Estado promulga la ciudadanía como un standard adecuado,
o patrón sensible, al que seguir, a marchas forzadas, incluso. A pies juntillas.
Al pie de la letra, pues la Muerte nos persigue, si pecamos.
Está bien, los abogados no buscan la paz de los conventos.
Sin embargo, el individuo que está sano de la mente, debe, consecuentemente,
ilustrarse y embeberse de silencio, para autocontrolarse y prosperar,
dentro de unos límites sagrados, que comienzan en la libertad del otro.
El semejante, que le ayuda a concebir quién somos.
A dónde vamos, predestinados, después del Libro de la Selva, si fuimos inteligentes,
hasta el punto de abrigarnos en las montañas nevadas, y deslizarnos,
cuesta abajo y sin frenos, o trepar, por las heladas aguas de un glaciar, horadado,
y lleno de cavernas. Paradójicamente, puesto que los huecos son vacíos y no rellenos.
¿Me entienden, pedazo de sujetos de Derecho? Comprendan de qué va la vida, últimamente.
Es la Historia, que prosigue, aunque tengáis miedo.
Os puede tocar la lotería, o que os admitan, como tenores, en un concierto.
Pero callad la boca, por vuestro padre y por vuestra madre. Oíd, que me pongo serio.
