Recuerdos de Invierno
Recuerdo ese invierno con mucho dolor, con mucha agonía y desesperación… tan sólo hacía siete meses que habías desaparecido y yo… yo… creía tenerlo asumido. Sin embargo, me di cuenta tarde que no era así, que por mucho que quisiera nunca lograría desprenderme de ese sentimiento, de ese profundo dolor, esa terrible agonía que inundaba mi alma y regaba mis mejillas… y que lo haría per secula seculorum. Aún… recuerdo un día… de aquél invierno…
-¡Qué frío!- me dije a mi misma cuando llegaba a casa y noté la calefacción encendida. La verdad era que tan sólo hacían 3 grados, pero lo peor no era la temperatura, si no la sensación térmica… sentía que en vez de ropa, jerséis, pantalones largos, botas, calcetines, abrigo y todo lo demás que llevaba encima estaba hecho de hielo. Obvio que si además está lloviendo y hay viento… ¡buf! No quería pensar en ello de nuevo, tan sólo quería calentarme y dejar de tiritar, ¿por qué tenía que ser tan friolera?
Me dirigí a la habitación a dejar el abrigo, a pesar de que apenas tenía cuatro gotas de agua, el helado viento lo había dejado congelado. Nada mas cambiarme de ropa por una calentita corrí hacia la estufa a desentumecerme y puse las manos encima del metal que llevaba todo el día funcionando sin parar.
No me quemé. Tenía las manos tan frías que no notaba el calor. Sonreí con desgana por décima vez en lo que llevaba de día. Mi madre se acercó justo en ese momento, eran las 6 de la tarde.
-Garbiñe, ¿no ibas a salir a dar una vuelta?
-Sí, pero acabo de volver… hace un frío que pela y no me encuentro muy bien…
-¿No habías quedado con Ana para dar una vuelta?
-Sí, pero he vuelto… hace mucho frío y bueno, para no hacer nada que no sea convertirnos en témpanos de hielo caminantes pues hemos decidido que estamos mejor en casa.
-Vale, es que me extrañaba que habiendo quedado con ella a las cuatro de la tarde estés en casa a las seis.
-Tampoco hay gran cosa que hacer… ayer fuimos al cine a ver la única película que nos gustaba de la cartelera y hoy las tiendas de ropa y las librerías están cerradas, así que ni siquiera podemos ir a mirar tiendas…
-De acuerdo, pero recuerda que en media hora llegará amama (1) para ayudarme con la cena… y ya sabes como se vuelve el piso en estas fechas.
Un frío muy distinto al de la calle me ascendió por la columna vertebral, llegó a mis pulmones y alcanzó mi corazón, paralizándolo y congelándolo. Dejé de respirar durante unos segundos. ¡No podía ser! Lo tenía asumido… pero me hundía de nuevo, lo notaba y no sabía como frenarlo, como impedirlo, y lo mas grave… como salir de allí. Tarde, me di cuenta de que nunca lo había logrado aunque hubiera creído lo contrario… noté como mi madre me miraba y levanté con enorme esfuerzo la cabeza, aguantándome las lágrimas mientras esperaba que mi voz no me traicionase.
-Sí… ya sé que la Gran Vía está menos poblada que el pasillo…
-¿Te encuentras bien?
-Sí… ya se me pasará… ya te he dicho antes que no me encontraba muy bien… estaré en mi habitación para no molestar.
No dejé que me respondiera, salí del salón y me dirigí a mi habitación. Nada mas entrar, cerré a cal y canto la puerta y me tiré en la cama.
No podía ser… ¿Por qué tenía que pasarme de nuevo? ¿Por qué tenía que hundirme otra vez? El trabajo de tantas personas por volver a sacarme una sonrisa aunque fuese desganada durante tanto tiempo… el trabajo de aquellas amigas y de aquellos amigos que se habían esforzado en entretenerme, por tratar de divertirme, por distraerme de mis pensamientos, de mi dolor… todo se había ido al carajo. ¿Cómo iba a huir, a ser feliz, a volver a reír, si la oscuridad y mi ser éramos un todo, una fusión, unas compañeras inseparables? ¿Cómo volvería a sentir alegría si el dolor desgarraba mi alma y mi corazón incapacitándome a seguir viviendo? Quizás debiera suicidarme… seguramente así acabaría con esto… no, no pienses en eso… no puedes echar al traste todo lo que han intentado animarte… no puedes tirar el esfuerzo de tantas personas durante siete meses sin parar… pero sería una solución tan cómoda… sin embargo… Naroa, Ana, Alazne… no, no puedo echarlo todo por la borda, son lo único que me queda… aunque sea una carga para ellas, al menos las tengo ahí… también a Eider, a Edorta, a Nerea, a Eva, a Laura… como sea tengo que aguantar…
Levanté la cabeza, ya sabía que iba a encontrarme la cama mojada, mis mejillas húmedas… no necesitaba notarlo para saberlo, ya había vivido muchas situaciones tan parecidas que podrían calificarse como iguales… Pero no, hoy no podía permitirme este lujo, hoy no podía mostrar que estaba derrumbada… no, en la primera Nochebuena después de que muriese mi abuelo en Mayo y mis tíos y mi prima con su marido se separasen … no, tenía que plantar cara y sobrevivir, aunque ello fuese fingir sonrisas… quizás sí que había servido para algo el esfuerzo de mis amigos… lo malo es que no podía engañarles, me conocían demasiado bien… pero la familia… estos eran otro cantar, quizás… si me esforzaba… pudiera engañarles. Suspiré y me tumbé en la cama tras secarme las lágrimas y miré el techo… sin pensar en nada, sintiendo el dolor, la agonía y tratando de ignorarla… al menos así la evadía de alguna forma.
De repente abrieron la puerta de mi habitación.
-Está ya la cena… estamos yendo todos al comedor.
-De acuerdo… ahora voy.
Mi madre salió cerrándome la puerta y me levanté con dificultad. Como cada vez que hacía esto, las horas pasaban rápidamente, tenía la sensación de haberme tumbado hacía un minuto y sin embargo, habían pasado ya cinco horas, eran las once de la noche. Suspiré.
-Espero que no me espere el Infierno en la mesa…
Murmuré para mis adentros mientras me ponía mis zapatillas rojas con un perrito bordado y me disponía a hacer frente a la realidad.
-Hola.
Dije nada mas llegar al comedor forzando una sonrisa y me senté en mi lugar habitual sin mirar a nada ni a nadie.
Venga Garbiñe, que tu puedes… puedes levantar la cabeza, puedes mirar la mesa y dejar de jugar con el mantel que acabas de recoger.
Pensé para mi misma y luchando contra la oscuridad en la que me encontraba, levanté la cabeza. Al momento, la bajé deseando no haberlo hecho mientras me hundía en un infinito abismo.
Efectivamente, mis sospechas eran reales: en la mesa había tres huecos vacíos, el de mi tío y padrino (bueno, según la ley al separarse mi tía ya no era mi tío, pero no según mi corazón), el marido de mi prima María y el de… mi abuelo. Al parecer, inconscientemente habíamos dejado esos lugares sin rellenar y aunque no hubiese platos, los huecos destacaban.
En la mesa reinaba un absoluto silencio, algo muy extraño ya que éramos diecinueve y precisamente no éramos poco charlatanes y ruidosos.
Levanté la mirada cuando escuché los pasos de mi madre, y vi como sus ojos volaban al hueco que siempre ocupaba mi aitite, su padre. Noté como la tristeza acudía a su mirada y que rápidamente camufló.
-Estáis muy apretados, moveros un poco para tener un poco mas de espacio.- dijo mi madre.
Todos obedecimos hasta camuflar los huecos de los que faltaban, mi madre se sentó y tras bendecir la mesa empezamos a cenar.
La cena transcurrió prácticamente en un absoluto silencio adornada de vez en cuando de algún basto intento de provocar una carcajada… algo que debía de dar resultado, ya que escuchaba alguna carcajada suave y corta cada cierto tiempo.
No sabía de que hablaban, me había vuelto a aislar… comía porque tenía que cenar algo, no por más… no podía estar a escuchar la conversación, tenía suficiente con tratar de mantenerme a flote en el abismo para no seguir cayendo… y sobre todo y lo mas importante, en no echarme a llorar delante de todos. De repente escuché que alguien se despedía, y levanté la cabeza: ya habíamos terminado de cenar y era la una de la mañana. Algunos se despedían para irse a dormir a sus casas. Me levanté para despedirles.
-Bueno, mañana nos veremos… haber que te trae el Olentzero(2).- me dijo mi tía Ane.
-Espero que me traiga algo bueno, la verdad. –la dije forzando otra sonrisa mientras pensaba en que me trajese algo para amortiguar lo que sentía.
-Seguro que sí.-me dijo con una sonrisa.
-Esperemos.-añadí forzando una sonrisa mas ancha. No recordaba que sonreír causase tanto dolor, como me moría de ganas de irme a dormir y olvidarme de todo y de pasar ya esta noche…
-Hasta mañana.
-Hasta mañana.
Fue lo que nos dijimos y nos despedimos dándonos dos besos. Cuando cerró la puerta, fui a donde estaban los que se habían quedado.
-Yo me voy a dormir… estoy cansada y hoy no me encontraba muy bien.
-De acuerdo… buenas noches, descansa y mejórate.
-Gracias, buenas noches.
Me fui del comedor a mi habitación. Me desvestí y tras coger mi pijama de rayas multicolores pero tremendamente abrigado, dejé mis gafas en su funda y me metí en la cama. Lo último que pensé fue en que había sobrevivido a aquella noche.
Garbiñe Salazar, 12/10/2010
Glosario:
(1)Amama: Del euskera o vasco, abuela. Es como llamo a mi abuela por parte de mi madre.
(2) Olentzero: Figura tradicional vasca. Se dice que a los niños que han sido malos les traerá carbón y a los niños buenos juguetes. Éstos se abren en el día de Navidad.
Notas de Autor:
Se que estaréis cansados de leer, pero antes de nada, decir que aunque es un hecho real biográfico, no recuerdo a ciencia cierta todos los detalles de los sucesos, por aquél entonces simplemente dejaba pasar las horas bastante a menudo.
Segundo, me gustaría que fueseis críticos con el texto para poder mejorar errores y aprender.
Tercero, este texto lo escribí para otra web el 12 de Octubre del 2010 para un concurso de la misma. Era obligatorio comenzar el texto de la siguiente manera: Recuerdo ese Invierno…
¡Besos y mil gracias por leerme, los comentarios y la paciencia!
Garbiñe Salazar, 12/10/2010
Recuerdos de Invierno
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Recuerdos de Invierno
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía eres tú.
G.A.Bécquer (frag).
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
G.A.Bécquer (frag).

Poesía eres tú.
G.A.Bécquer (frag).
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
G.A.Bécquer (frag).

Re: Recuerdos de Invierno
Estimada GARBIÑE, gracias por compartirnos estas letras,
llenas de recuerdos que quizás aún están en tu mente y en tu corazón.
Lo que no me quedó muy claro es a qué tristes recuerdos te refieres exactamente,
o qué dolor puede ser tan intenso como para pensar hasta en el suicidio.
Pero todo lo demás está muy bien expresado, aunque si un poco largo pero
me ha gustado.
Saludos te dejo, desde la distancia.
llenas de recuerdos que quizás aún están en tu mente y en tu corazón.
Lo que no me quedó muy claro es a qué tristes recuerdos te refieres exactamente,
o qué dolor puede ser tan intenso como para pensar hasta en el suicidio.
Pero todo lo demás está muy bien expresado, aunque si un poco largo pero
me ha gustado.
Saludos te dejo, desde la distancia.

