Al entrar parece que todo el peso del mundo esta en mis hombros y ese unico arbol que estaba en mis espaldas parecia ser lo unico que habia en mi mundo. Los recuerdos de esos momentos felices han abierto mis ojos y ahora una lagrima parece querer salir. Ya son mas, ya mis ojos pesan repletos de sentimientos enfrascados en gotas de agua. Intento no cerrar mis ojos para no dejarlas caer. Derrepente un llanto, el llanto que no queria oir, justo de esa persona que contagiaba mis ojos. MIre al piso intentando imaginar mi mente en blanco pero cada piedra, cada arena despertaba en mi un sentimiento de dolor. Un rayo fugaz en mi mente me hace mirar a mi alrededor y ya mucha gente se ahogaba en su llanto. Los ojos me dolian, las manos en mi bolsillo apretaban un sentimiento que no querian dejar salir. La gente se va llendo y otra vez parece estar solo ese arbol que me sostiene mientras yo sostengo una vida en mis pensamientos. Me despierto de aquel sueño amargo por la voz de aquella persona que dejo escuchar aquel primer llanto y que aun conservaba como recuerdo de hace 5 minutos. Era la hora de irnos, esos 15 minutos en mi reloj fueron 17 años en mi mente. Solo estabamos nosotros, los primeros en llegar y los ultimos en irnos.
