“UN AMOR EN EL TIEMPO”

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UN ANGEL ENAMORADO
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“UN AMOR EN EL TIEMPO”

Mensaje por UN ANGEL ENAMORADO » Mié Mar 19, 2008 17:25

“UN AMOR EN EL TIEMPO”

Voy a narrarles mi historia, quizás les parezca algo descabellado o demasiado iluso, pero a mi también me pareció cuando sucedieron cada uno de los hechos, lo único que después de mucho, mucho tiempo me hallo en este ordenador transcribiendo esta historia, estoy en la tierra y solo baje para poder plasmar en éstas páginas la historia que jamás me imagine vivir y para esto me remonto a muchos milenios de años atrás y vuelvo a repetir, milenios de años, específicamente en la época de los faraones, las pirámides y las grandes conquistas; yo por esa época era un guerrero, quizás el mejor de todos, muy fuerte, aguerrido, tenaz, inteligente y apuesto, por eso que el faraón me encargo una delicada y especial misión, cuidar su familia, por cuanto había siempre enemigos que se infiltraban en el palacio para el rato menos pensado atacar como una víbora a los miembros dela familia real y en uno de esos momentos que estaba en el jardín real, paso por mi vista la princesa real, la hija primogénita del faraón, el cual se prestaba a dar un paseo por los jardines reales, cuando de pronto 3 enemigos salieron escondidos y quisieran tomar prisionera a la princesa; como un rayo salté y me enfrenté a los 3 enemigos, los cuales resultaron ser muy buenos guerreros, pero la destreza con mi espada pudo más que su vil osadía, los cuales después de un enfrentamiento vital, eliminé a los tres, sin antes uno de ellos cortar mi brazo, la princesa se acerco a mi sorprendida y me dijo :
• ¡Pobre!, estas herido, dejadme curar tus heridas
• Majestad, todo esta bien, no hay problema, ¿Cómo se encuentra Ud.?
• Dejad curar vuestra herida, oh guerrero valiente.
• No, majestad, dejad que yo me curare solo.
Pero la princesa insistió y le llevo a un aposento del palacio, el cual con la ayuda de sus sirvientes curó las heridas, las cuales una de ellas sangraba bastante; el toque de la piel del guerrero con las manos delicadas de la princesa, hizo que ambos se miraran por unos milésimos de segundos, lo suficiente como para expresar que entre los dos había una atracción física.
• Gracias por salvar mi vida guerrero, fuiste muy valiente, como os llamáis.
• Majestad, mi rey me ha prohibido hablar con vos.
• Pero decidme vuestro nombre guerrero, como vos llamáis.
• Teltobunosor Cabertodom
• ¿Y que significa?
• El tigre solitario de la pradera.
• Interesante, interesante Teltobunosor.
La plática es interrumpida por los gritos de faraón, el cual con un grupo de guardias vino a ver el estado de su hija.
• Hija querida, hija de mi alma, ¿Que te sucedió, estas bien?
• Padre mío, padre estoy bien, no me paso nada, acá Teltobunosor me ha salvado la vida.
• Hija mía, te dije varias veces que no hables con la gente de servicio.
El faraón mirando con rabia e indignación se dirigió al guerrero el cual le dijo:
• Agradezco lo que has hecho por mi hija, pero te prohíbo que no te acerquéis demasiado a ella, tus ordenes es cuidarla mas no poder conversar con ella, por tu acción te perdono tu vida.
Sin mayor reparo el faraón abrazó a su hija y se fue por los pasillos del palacio dejando mi mirada vaga y vacía y creo que no por ser la acción que me sucedió no hubiera podido nunca acercarme a la princesa, ya que siempre estaba rodeada de sus sirvientes, mis órdenes era cuidar los ambientes dela familia real, mas no entrar en ellos, para tal tenía un grupo de guardias especiales, el cual yo dirigía y por los azahares del destino hizo que ese día pudiera acercarme a la princesa; yo la conocía desde muy pequeño, creo que era cuando tenía 9 o 10 años cuando me trajeron con un grupo de esclavos, pero fue mi mirada y mi sencillez que impacto al faraón y me educaron desde pequeño para servir a la familia real, teniendo un entrenamiento rudo, exigente, disciplinado en el arte de la lucha, del manejo de armas y esfuerzo físico, éramos 10, pero fueron descartando uno a uno hasta quedar yo, al resto los eliminaron, éramos eso, mercancía y se que en cualquier momento me reemplazarían.
Los días pasaron y no volví a ver a la princesa, en mi mente estaba ese milésimo de segundo cuando nuestras vistas se cruzaron, hasta que un día de nuevo cuando daba un paseo por los jardines me crucé con ella.
• Teltobo…., perdón guerrero como era tu nombre, dijo la bella princesa, que con radiante belleza estaba paseando sola por los jardines.
• Alteza, por favor no me habléis, que su padre si se entera me matará.
• Ya lo se guerrero, ¿Pero cual es tu nombre?, es algo raro que me olvidé.
• Teltobunosor Cabertodom, alteza.
Y nuevamente se cruzaron sus miradas, lo suficiente para quedar grabado en mi mente sus bellos ojos cristalinos y su cabello delicado y sutil que adornaba tan majestuosa tez, delicada como porcelana de los reinos de Asiria.
• Mira mi guerrero, te voy a llamar a mi forma y te diré simplemente Telt, porque se me hace a mí un poco tedioso pronunciar un nombre tan largo.
• Como Ud. diga alteza.
• Telt, quiero que me alcances ese jazmín que esta en la cima de ese peñasco.
• Como Ud. Diga alteza.
Y dando un salto felino, trepé la roca, la cual estaba algo dificultosa de subir, en la cima donde había una caída de agua había un jazmín esplendoroso, el cual no se imaginaba tan solo con la dulzura y belleza de la princesa; me costo subir y arrancar dicha flor, para traerlo luego en mis dientes, ya que el escalamiento tenía que hacerlo usando toda mi fuerza.
• ¡Bravo! mi aguerrido Telt, gracias, complaciste mis deseos.
Y diciendo esto la princesa se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla, en ese momento me quedé paralizado por el estupor y el sentimiento de ese gran beso, sentí como si mi cuerpo se desvaneciera y flotara por las nubes y con la ilusión de ese beso, vi como la princesa se alejaba sosteniendo el jazmín entre sus manos.
Desde ese día mi mente estaba solamente en la princesa, sabía que mi corazón palpitaba más cuando la veía, pero tan solo le miraba de lejos, pero lo suficiente para darme cuenta que ella también me devolvía la mirada. Hasta que un día recibí a una de las sirvientas de la princesa la cual me trajo un mensaje muy confidencial:
• Psst, psst, guerrero, guerrero, le traigo un mensaje de la princesa.
• Si, cual es; respondí en medio de la oscuridad, sorprendido por la acción de Berthabeth, la sirvienta de más confianza de la princesa.
• Me dice la princesa que esta noche te va a ver en los jardines, cuando la luna salga y válgame que si se entera esto el faraón nos mata a todos.
Sin mayor reparo la sirvienta se fue corriendo y yo me quede con el pensamiento en la princesa y con una sonrisa de alegría ya que nuevo vería a la princesa después de muchas semanas.
Esperé ansiosamente la salida de la luna en el jardín y cuando sucedió, sentí que mi corazón latía apresuradamente y más cuando vi que una figura con un manto negro se acercaba, era la princesa que venía oculta para que nadie le reconociera.
• Mi alteza, dije sorprendido
• ¡Telt!, ¡Telt! Y diciendo esto me dio un abrazo y me regaló una sonrisa y siguió diciendo: ¡Te extrañé!, quería que me sacaras otras de esas azucenas y quería que lo hagas en la noche, porque la luz de la luna me fascina.
• Lo que Ud. ordene mi alteza.
Al momento nuevamente trepé por la caída de agua, por medio de las rocas filudas y peligrosas, pero a mi me encantaba el peligro y si era para la princesa lo hacía con más amor y dedicación, recogí dos bellas azucenas y le entregue a mi bella acompañante.
• Un favor Telt, ponme una de ellas en mi cabello por favor, dijo mi bello ángel.
Con las manos temblorosas y con la mirada fija en sus ojos, toque sus cabellos delicados y finos, mientras ella me regalaba una sonrisa, parece que el tiempo se hubiera detenido, pero me parecieron esos instantes como un siglo y sin mediar ella me miro fijamente, estiro sus manos, acarició mi rostro y me dio un beso en la mejilla, pero no quedo ahí, continuó y no supo y me dio un beso angelical en mis labios por unos breves centésimos de segundos.
• Alteza por favor, perdonadme, pero esto no puede ser.
• Ssshhh..Telt, Sssh. Perdonadme tu, pero desde el día que te vi no deje de pensar en ti.
• Alteza pero si su padre se entera, matarme será poco.
• Lo se Telt, lo se; solo que expreso lo que siento por ti. Pero quiero que sepas que me siento acorralada en el palacio, sin tener una conversación con nadie, mi padre está metido en los asuntos del palacio, mi madre detrás de mi padre y yo sola ¿Qué?, no le importo a nadie, tengo todo pero menos amor, te he visto estas semanas de lejos y he visto tu esmero en verme tu también, creo que tu eres la única persona que importo.
Con la mirada desorbitarte escuchaba las palabras de mi alteza, me sorprendió pero lo real que yo también sentía lo mismo, mis pensamientos fueron interrumpidos por las palabras de ella nuevamente.
• Sabes hay dos cosas que me gustaría hacer, una de ellas es mojarme en la lluvia, quisiera saber como es un chapuzón en la lluvia y la otra que me encantan las azucenas así que te voy a pedir un favor Telt, quiero que me traigas todos los días esas bellas azucenas a mi cuarto.
• Pero Alteza, me está prohibido siquiera acercarme a su aposento.
• Lo se Telt, pero tu eres un guerrero intrépido y fuerte y se que lo harás, además que yo te facilitaré las cosas.
Y sin decir mas se alejó corriendo la bella figura de mi bella alteza.
No se que me pasó, pero creo que después de eso, tan solo pensé en ella. A la mañana siguiente tomé nuevamente una de esas azucenas y luego pensé como entrar al palacio sin ser visto, la única forma era escalar la torre más alta, luego bajar por los techos y entrar por ahí; amén de pasar por grupos de guardias, un pozo donde había cocodrilos donde echaban a los sirvientes desleales, pasar nuevamente por grupos de guardias armados y con perros feroces, pero lo hice, poniendo a prueba todo mi valor y fuerza, nadie me vio llegué bajando por la cúpula suspendido en una cuerda, creo que la adrenalina que sentía era al máximo, pero por amor podía hacer eso y mucho más. Llegue al aposento de mi bella princesa y entre sigilosamente, deje la azucena en medio de su cama, sin antes de tocar la bella seda fina y delicada, toque su ropa y sentí la deliciosa aroma de su ropa, de su cama; mis acciones se vieron interrumpidas, cuando sentí pasos, lo que me sacó apresuradamente de la habitación y nuevamente escalé la cúpula en el momento preciso que el faraón y su séquito de guardias entraba, nadie se dio cuenta de mi que estaba suspendido en la cúpula. Los días pasaron y creo que fue en mi ya rutina seguir llevando esas azucenas al dormitorio de mi bella princesa, la respuesta a lo lejos era una sonrisa de ella, que me decía con su pensamiento que lo había recibido, hasta que una noche recibí de nuevo un mensaje de Berthabeth, la criada de la princesa.
• Guerrero, guerrero, la princesa desea que le lleves la azucena negra del abismo, pasado mañana en la noche cuando salga la luna.
Dije yo, ¿La azucena negra?, era única en su especie y el único lugar era en dominios de los enemigos del faraón, entrar ahí era quizás ahí la prueba de valor más grande, era un reto muy difícil pero no imposible. Flanqueando el terreno por precipicios y terrenos muy agrestes y duros hice la travesía, escabullí todos los controles, los guardias y pude llegar al abismo donde estaba la azucena negra, la cual corte y lo guarde delicadamente, pero fui visto por uno de los vigías el cual dio alarma, por lo que tuve que enfrentarme con muchos hombres, no se cuantos, tan solo luchaba y luchaba, sin permitir que la delicada flor preciada se dañara; pude escapar pero tenía muchas heridas sangrantes, llegue muy mal herido y curé mis heridas para estar tomar de nuevo la travesía de llegar al aposento de mi bella dama. Cuando entro la princesa me esperaba y se sorprendió al verme mal herido, pero con las heridas curadas.
• ¡Que te paso Telt!, ¿Qué te pasó?
• Nada mi bella princesa, gajes del oficio.
• Mi amado Telt, ¿ Hiciste todo esto por mi?
• Si mi bella princesa, esto y todo lo que UD, me ordene.
Sin esperar mas, los labios de ambos se unieron, como si un volcán explosionará, con todo ese amor, con toda la pasión explotara, una caricia llamó a otra y esta a otra hasta no poder controlarlo, el deseo de la piel y la pasión se confundieron, no importando nada, tan solo el verdadero amor, la locura y la entrega total, en medio de las escenas que sucedían escuchaba susurros que me decía que me amaba, que me amaba, yo me sentía en las nubes, en el paraíso, hasta que ambos llegamos al rincón mas extremo del universo, llegamos a las mismas entrañas del sol, llegamos al éxtasis de todo el amor y pasión que nos pueda albergar, después siguieron besos y caricias, sentía la piel desnuda confundiéndose con la mía, hasta que dejé por fin hacer una pregunta.
• Bella alteza, ¿Cómo os llamáis?
• ¿No lo sabes?
• No mi bella dama.
• Alexandrabeth.
• Donde nace el Nilo, ¿verdad?
• Si Telt. Si. Pero dime como tú desees.
• Te diré mi bella Alexandra, mi bella Engreída.
• Lo soy y lo soy por ti.
• Alexandra sabes que te amo, te he amado desde niños que crecimos juntos y que nunca pudiste darte cuenta de mi persona, te amo desde las entrañas mas profundas de mi amor.
• Telt, no sabía de ti, no lo sabía, mi padre me tenía siempre casi encerrada, solo te digo que tú eres el hombre que yo amo, eres mi bella ilusión, mi sueño mas profundo y sabes que te amaré por siempre.
Los hechos y sucesos siguieron, el amor profeso que tenían ambos se incrementaba día tras día, semana tras semana, mes tras mes, lo único que aguardábamos era vernos en las noches cuando salía la luna. Hasta que un día en el jardín ambos hicimos una promesa de amor y era sea cual fuese el destino estaríamos juntos; agarramos un cuchillo nos cortamos la palma de las manos y juntamos ambas para que la sangre se mezclara, nos amarramos con un ramillete de azucenas y permanecimos casi todo el día juntos. Los momentos de pasión y romanticismo se vieron interrumpidos por los pasos apresurados de muchos guardias el cual seguían al faraón que con ira y furia interrumpió en el aposento de amor.
• ¡Infame!, ¡Infame!, has osado romper la estirpe sagrada
• ¡Padre!, ¡padre!, perdonaos, perdonaos, a este hombre amo con todas la fuerzas del mundo.
• ¡Calla! ¡Calla!, has osado romper las reglas de la divinidad, de los dioses, de la naturaleza, infame te metiste con un miembro de la familia real.
No pude hacer nada, no pude, no quise poner resistencia, no debía, sabía que había roto las leyes de la divinidad, merecía la muerte, pero como poder hacer entender a mi corazón eso, si yo sentía amor, amor puro por mi bello amor.
• Llévenselo que le aguarda el peor de los tormentos, dijo el indignado faraón.
Lo único que pude ver fue el rostro de mi bella amada, el cual en forma desesperada quería era pedir por mi vida a su duro padre. Luego vinieron los momentos mas horribles de mi vida, me torturaron de la peor manera posible, su propósito era que desistiera del juramento de amor y entrega a mi bella amada, pero no pudieron sacar su propósito, siguieron las torturas mas inimaginables, solo sentía que mi cuerpo fuerte y tenaz cada vez sentía desfallecer, sentía que mis fuerzas se iban pero de nuevo el pensamiento de ella, me daba fuerzas para seguir adelante y no desfallecer. Luego de 3 días de largas torturas me llevaron a un pozo hondo, donde la arena estaba incandescente por el sol en pleno desierto, me semienterraron y semimuerto esperaban mi arrepentimiento, mi desistimiento a la promesa hecha, con los ojos moribundos y casi desfallecer por completo, lo último que vi fue a mi bella amada con los ojos enmudecidos, pidiendo piedad a su padre por mi, hasta que levante el cuello y mirando a lo alto quise decir algo, pero mi garganta seca me lo impedía, había estado todo el día en la arena con temperaturas fuertísimas, mi cuerpo estaba ya abatido; hasta que escuche al verdugo decir:
• Alteza, el condenado quiere decir algo.
Todos callaron y esperaban mi arrepentimiento, suplicar mi perdón y así me matarían de una vez por todas. A lo lejos sentía que se acercaba una carroza negra, con 4 caballos negros, encima una figura horripilante, era la dela muerte que venía por mi; alce mi cuello que era lo único que tenía sobresaliendo la arena y quise hablar, no pude, la garganta lo tenía muy seca, tome saliva, lo último que tenía y pude gritar:
• Alexandra, Alexandra…!Te amo! y te amaré… por… siempre…, recuerda…nues..tro.. juramen..to, Te esperaré por siem.. pre.
Diciendo esto expiré, tan solo escuchaba a lo lejos los llantos de mi bella princesa, de mi bella amada, mientras que una luz muy fuerte me cubría y me llevaba a las nubes, atraído por un magnetismo especial, estaba subiendo a los cielos, donde me esperaba ser juzgado por el Dios de Dioses…Rha.
Al llegar a la presencia del todopoderoso Rha, se me encogieron las rodillas, sentía la presencia majestuosa de dicho Dios, me acerque despacio y me arrodillé, mi cuerpo maltrecho y herido, no estaba ya, si no un cuerpo sano, curado y vigoroso.
• ¡Salve Dios Rha!, a vuestros pies me postro dije.
Una voz que retumbo todo el cielo me pronuncio en forma seca y dura.
• MORTAL, PROFANASTE LAS LEYES SAGRADAS DE NUESTRA DIVINIDAD, DEBERÍAS SER CASTIGADO Y MANDADO A LA OSCURIDAD TOTAL.
• Dios Rha, perdonadme, pero lo hice por una ley quizás mas fuerte, la ley del amor, la ley del corazón, siento poder haber causado esto, pero a esa mujer le amo con todo mi amor.
• COMPRENDO MORTAL, POR ESA ÚNICA RAZON TE DOY UNA OPORTUNIDAD MAS, DEBES VOLVER A LA TIERRA Y HACER UNA ACCION QUE AMERITE RECIBIRTE EN MI REYNO, ESTA DEBERA SER MUY BUENA. HASTA MIENTRAS ELLA NO PODRA TAMPOCO ENTRAR A MI REINO.
Y me señaló a un alma que subía por otra nube, era mi amada, era ella, grité con todas mis fuerzas, pero no pudo escucharme, no podía estaba en otra dimensión así que atine a preguntar, con los ojos empapados de lágrimas:
• Que le paso mi Dios Rha.
• SE MATO… SE MATO MORTAL; NO SOPORTÓ ESTAR SIN TI Y COMO AMBOS HICIERON UN JURAMENTO, VINO A SEGUIRTE, PERO LO QUE NO SABE QUE TU ESTAS EN OTRA DIMENSIÓN Y NUNCA ESTARAN SI NO HACES ALGO QUE AMERITE ESTAR EN MI REINO, ALGO QUE MEREZCA PERDON.
Con estas palabras se dio media vuelta Rha, y se perdió en las nubes, de nuevo la luz me trajo a la tierra, para eso ya vi otras escenas, otras ciudades, no como la que tenía, una con jardines, pirámides, soldados, guerreros, arena; si no me vi en una sociedad creo que era distinta, veía muchos caballos, un coliseo, mucha gente que vitoreaba, peleas, luchas; así que me encarne en ésa época, en la vieja Roma, donde volví a nacer, solo que con mi nacimiento se borraba casi en forma automática mi pasado, solo quedaba el fin primigenio y tan solo quedaba algunos muy ligeros y vagos de mi vida anterior solo se que tenía que hacer un bien, lo suficiente grande como para merecer entrar en el reino de los cielos. Así comenzó de nuevo mi vida, quizás ya con la experiencia pasada, sin nada de amores prohibidos, pero con muchas ganas de luchar, de hacer algo grande; crecí en una aldea lejana, el cual en una invasión del imperio romano, fui capturado y obligado a ser un gladiador; por mis dotes, valentía, entrega y dedicación, ascendí fácilmente, aparte de ser un guerrero intrépido, hizo que comandara una revolución, liberé muchos esclavos y empezamos a la carrera de la libertad, pero fui traicionado y ejecutado, pero la última palabra que exclamé, era la de ¡LIBERTAD!; nuevamente la nube con la luz blanquecina me llevó donde Rha, el cual me recibió con algo de indiferencia y me dijo :
• VEO QUE AHORA VIENES CARGADO CON MUCHAS MEDALLAS, HONORES ¿VERDAD?
• Si mi Dios Rha. Morí por una justa causa de dar libertad a mis hermanos.
• TE FELICITO MORTAL PERO NO ES SUFICIENTE, TENDRAS QUE VOLVER NUEVAMENTE A LA TIERRA Y HACER UNA OBRA QUE MEREZCA ESTAN EN LOS CIELOS. RECUERDA QUE TU FUERZA Y VALENTIA NO TE LLEVA NUNCA A NADA NUEVO. LA VIOLENCIA GENERA MAS VIOLENCIA.
Con esto se dio la media vuelta y me dejó con la palabra en la boca. Nuevamente bajé a la tierra y me hallé en unas ciudades extrañas, había avanzado mas la ciencia, veía mucho lujo, castillos, riqueza, esplendorosos paisajes y en medio de ese medio volví a nacer, crecí en medio de una familia regularmente acomodada, me incliné por las artes que es lo que más me agradaba, comencé a pintar, ejecutar música y escribir, esos talentos me llevaron por décadas a ser famoso y compartir mis ingresos con las clases pobres, lo cual hizo que me quisieran mucho, ya avanzado de edad, morí por un infarto cardiaco y de nuevo se suscitó la escena de la nube blanquecina, la luz radiante y el encuentro con el Dios Rha.
• Dios Rha, a vuestros pies me postro, he sido un hombre de bien, no luche nunca y respeté la vida humana, he dedicado mi vida a las artes y he compartido mis bienes con los más necesitados.
• TE FELICITO MORTAL, PERO AUN NO ES LO SUFICIENTE COMO PARA PODER ENTRAR AL CIELO, TE DOY TU ULTIMA OPORTUNIDAD, SI NO VAGARAS POR SIEMPRE EN LA TIERRA, HAS HECHO BIEN PERO NO LO SUFICIENTE PARA BORRAR TU VIL PECADO ORIGINAL.
Con esto de nuevo se dio la vuelta y me dejo solo, con la moral algo baja, volví a la tierra, eran tiempos modernos, era la década 60, del año 1900, donde volví a nacer en un hogar simple, sencillo; mi infancia fue normal, inocente, mi adolescencia con el cultivo a los valores morales y siempre con la inclinación a las artes; un noche tuve un sueño o una visión, en ella apareció una estrella verde en el cual me dijo que la esencia de la vida no era solucionar nuestros problemas, si no la de los otros; ella me dejó un mensaje y creo que me develó la misión que tenía y era de dar felicidad de la manera inimaginable a una persona que nunca había sido feliz, una que había sufrido bastante y que yo tendría que traerle la felicidad eterna como no imaginó; pero donde, donde encontrarlo o encontrarla y la estrella me dijo :
• Sigue los latidos de tu corazón y encontrarás la felicidad eterna.
Y de ahí para adelante es lo que hice, seguir los latidos de mi corazón, adquirí una profesión relacionada con las artes y me dedique a vivir la vida en forma tranquila, siempre encontrando personas al cual les daba un consejo, una ayuda, un aliento, pero no encontraba a la persona adecuada. Hasta que en algunos años del comienzo de éste siglo hubo un encuentro casual con una persona, era una del sexo opuesto, una mujer que tan solo con la primera mirada, no se que paso, pero de pronto me cautivó y me trajo recuerdos a alguien que no podía recordar, nuestras miradas se cruzaron por brevísimos segundos y tan solo bastó eso para poder iniciar una conversación, los dos nos conocimos en un bus, cuyo destino era casi similar:
• Perdón, buenos días, ¿El asiento contiguo está ocupado?
Una mirada fija nuevamente pero más detenidamente se sintió en mi alma, yo un poco sonrojado esquivé su mirada tan fija, tan seria y escuché su voz :
• Está libre.
• Gracias, ¿Puedo sentarme?
• Sí, adelante.
• Gracias nuevamente, mi nombre es Karl.
• Un gusto mi nombre es Alexandra.
• ¿Alexandra?
• Si, ¿por?
• Nada, solo que ese nombre siempre me agradó.
Y así sucesivamente se inició una plática del cual los dos nos vimos inmersos, no paramos de hablar las horas y horas que duraba el viaje, por mí, no hubiera querido que el bus avance, tan solo me interesaba la plática, con mi bella acompañante, hasta que llegamos a nuestro destino, creo que no quisimos despedirnos y :
• Bueno, un gusto de haberle conocido Karl, de veras fue un placer.
• El mío Alexandra, a propósito ¿Cuando retorna?
• Mañana.
• ¿Mañana?, mira que coincidencia yo también. Entonces mañana nos vemos.
• Será un placer.
Y con la sonrisa de mi bella acompañante, se alejó en medio de la noche, yo aún con la mueca de una inmensa alegría, sentía que había sido un flechazo, de esos que parten el corazón, pero lo que más me llamaba la atención, era su nombre: Alexandra.
Amaneció y para mi lo único fue correr al paradero de buses para comprar un ticket de viaje a su lado y fue suerte la mía que la encontré de nuevo, apenas fue el encuentro con ella que sentía que mi corazón se salía de mi pecho.
• ¡Alexandra, Alexandra! Que gusto de verte.
• El mío Karl.
• Que asiento compraste.
• El 13.
• Espérame que compro el 14.
Y así se inició una relación que duró semanas, en el cual existía tan solo la amistad; los viajes frecuentes hacia la zona que resulto ser un distrito donde desarrollaba mis labores como profesional, hicieron que me acercara mas a ella, donde también laboraba en la zona, los encuentros, 2 veces semanales hizo que Alexandra se acostumbrara bastante a mi; el viaje resultaba ser una alegría para ambos, donde compartíamos todo, desde nuestra merienda, hasta chistes, anécdotas, historias y bromas. Hasta que un día pregunté:
• Perdona que te pregunte, Alexandra, pero nunca te pregunté ¿Tienes familia?
Ella me miró fijamente y me dijo:
• Sí, tengo una hija y hace años me separé de mi esposo. Mi niña vive con sus abuelos, ya que acá en el distrito donde laboro no puedo educarle. ¿Y tú?
• Tengo una familia; hijos y una esposa.
• Y como te llevas con ella, porque nunca hablas de ella.
• Mira mis hijos es mi mayor adoración, mi esposa, es mi pareja, pero no es mi amor, ya que hace años se acabó el amor que un día nos profesamos, tenemos una convivencia amical y nada mas.
• Comprendo, solo espero que no hagas lo equivocado, deseo que estés siempre con ellos.
• Pierde cuidado que lo hago y lo haré siempre.
La conversación paró las bromas y las risas, ambos llegamos a nuestro destino y le dije:
• ¿Nos vemos mañana?
• No crea que pueda, no se, tengo que hacer, yo te llamo ¿sí?
Y sin mediar se fue Alexandra corriendo. Los días pasaron, le llamé a su celular y no respondía, llamé a su casa, a su trabajo y no le encontraba, iba al paradero de buses y no le encontraba; entonces comprendí que ella no deseaba nada ya conmigo, resignado a dejarla dejé que pasaran las semanas, hasta que un día tomé de nuevo el mismo bus en el cual nos conocimos y sorpresa, ella estaba sentada y anecdóticamente con la misma ropa que la conocí.
• ¿Te dije alguna vez que el rojo y el negro te sienta bien?
• ¡Karl!, ¡karl!
• Alexandra, Alexandra, te he buscado por todas partes y no te hallé.
Un abrazo caluroso se dejo sentir en mi espalda, mientras ella con voz entrecortada y solloza me dijo:
• Perdona, pero quería alejarme de ti, no quería que te sucediera nada, que pasara algo a tu familia; pero no sabes como te extrañado, no sabes cuanto, cuanto.
• Yo igual Alexandra, mi bella Alexandra.
Y por pura casualidad nuestros labios se cruzaron, nos miramos y nos dimos el beso mas largo y apasionado que sentí.
• Karl, no se lo que hago, que me perdone Dios, pero quiero que sepas que desde que te vi, he sentido una gran atracción, una fuerte atracción y quiero que sepas que estoy enamorada de ti.
• Mi bello amor, mi bella princesa, también te quiero.
Ella un poco sorprendida, me apartó un momento y dijo:
• Me dijiste ¿Princesa?
• Sí, eres mi princesa, lo eres mi amor.
Alexandra se sintió algo sorprendida y luego continuamos abrazándonos, no nos importó que estuviéramos en un lugar público, tan solo dejamos aflorar nuestros sentimientos mas profundos. El tiempo pasó y nuestro amor se consolidó, íbamos a todas partes juntos, a comer, a bailar, a pasear, pero lo que mas me llamaba la atención era los paseos al campo, donde ella deleitaba de las flores, no se pero algo a mi también me llamaba la atención al menos los campos con muchas flores. Un día en la zona donde trabajaba, salimos a dar un paseo al campo y:
• Sabes Karl, quiero que sepas que me gustan las azucenas, son muy bellas.
• ¿Las azucenas?, dije algo sorprendido y no se donde escuche algo similar, quise hacer memoria y no pude; tan solo me quede callado.
• En que piensas Karl? ¿A alguna de tus novias le gustaba las azucenas?
Los truenos del cielo encapotado me sacaron de mis pensamientos y comenzó a llover incesantemente, tanto que corrimos a guarecernos, pero ella se soltó de mis manos y me dijo:
• Sabes Karl, me gusta mojarme en la lluvia y voy hacer lo que siempre quise hacer y comenzó a dar chapuzones en los charcos, mojándose por completo; con asombró agarré su mano y nos pusimos a mojarnos como si fuéramos dos niños.
Terminamos empapados y le dije:
• Estamos empapados ¿Ahora que hacemos?
• Puedes venir a mi departamento, vivo sola y bueno ahí te puedes secar, claro si deseas ¿no?
• Me encantaría bella amada y sin reparar le cargue y le lleve a su departamento.
La soledad del ambiente y el amor que teníamos, llevo que un beso llevara a una caricia, ésta a otras más íntimas, profundas, donde mi cuerpo se confundió con el de ella, donde mi corazón latió junto con el de ella, con toda la pasión del mundo, dejamos que explotara nuestros cuerpos como el choque de 2 meteoritos en la profundidad del universo. Luego vinieron los besos, los abrazos y de pronto ella me dijo:
• Karl, no se pero te amo con todas mis fuerzas.
• Y yo a ti mi amada Alexandra, mi bella princesa, mi bella engreída.
• Dijiste ¿Qué?
• Engreída, ¿Porque? te causa molestia.
• No, pero me parece familiar, no se donde escuche esa palabra.
Después de los sucesos, vinieron la consolidación con ella, estábamos juntos, ambos sabíamos que éramos un amor prohibido, un amor pecaminoso, pero tratábamos de vivir el presente, quizás no nos importaba el futuro, sabíamos que no tendríamos nada, no habría nada, pero la fuerza del corazón, del amor nos llevó hacer siempre locuras, las cuales disfrutábamos con mucha alegría, con mucho júbilo, éramos un par de adolescentes que nunca habían experimentado el amor.
Un día mientras estábamos en el campo, donde era donde siempre salíamos a pasear, nos recostamos en el pasto y comenzamos a ver las nubes, mientras tocábamos ambos nuestras manos y le dije sorprendido.
• Me acabo de dar cuenta que tienes una marca en la palma de tu mano, igual que la mía. ¿Qué te sucedió?
• No sé, nací así.
• Yo también y en la misma parte, parece un corte con una navaja o un cuchillo ¿No?
• Si eso parece.
• Sabes Alexandra siento como si te conociera de hace tiempo, de mucho tiempo, como si algo nos hubiera pasado, no sé.
• Mi amado Karl, también siento lo mismo, siento como si antes te hubiera sentido, como si hubiera estado antes contigo.
Después ella se paró, me jaló de la mano y me dijo, vamos a correr por las rocas, dicen que esta zona es peligrosa, pero linda porque hay muchas flores. Y así fue, corrimos, trepamos por las rocas, hasta que de pronto nos vimos con un acantilado profundo, ahí al medio una azucena negra.
• ¿Una azucena negra?, dijo ella muy sorprendida como si los recuerdos quisieran traerle algo a la mente, Yo también muy sorprendido me quedé estupefacto al ver dicha flor. Ella siguió diciendo:
• Estas flores son muy raras, muy raras, como quisiera tenerlas.
• Me encantaría complacerte bella Alexandra, pero está a la mitad del acantilado y es muy peligroso bajar.
• Bueno si no bajas tú, yo lo haré. Y sin mediar nada, se sacó sus zapatos y comenzó su descenso.
• Alexandra, estás loca, te vas a matar, no seas loca mujer.
• Estoy loca Karl, loca pero de amor.
vi. como ella descendía la roquería con la velocidad de una gacela, sin pensarlo dos veces corrí detrás de ella para detenerla, veía como ella bajaba con mucha alegría y saltando de roca en roca, hasta que en uno de sus saltos perdió el equilibrio y cayo al vacío, tan solo uno de sus brazos se colgó de una rama, y yo grité:
• ¡Alexandra!, ¡Alexandra!
• ¡Karl!, ¡ayúdame!, ¡ayúdame por favor!
• Espera Alexandra que voy por ti, espérame que voy por ti.
Hice todo el esfuerzo posible, mas no pude alcanzarla, no podía alcanzar su mano que con fuerza y desesperación me alcanzaba, sentía que sus fuerzas se acababan y que pronto caería al vacío, a lo lejos sentía que los galopes de unos caballos se acercaban, los veía acercarse mas y mas y de pronto reconocí esos caballos y esa carreta, era la de la muerte e inmediatamente me vino a mi mente todo lo pasado, recordé que era el gran guerrero Teltobunosor Cabertodom y que la persona que estaba al filo del acantilado era mi bella princesa Alexandra, la joya del Nilo, la reconocí inmediatamente, pero era creo demasiado tarde ya que la carreta con la muerte se acercaba para llevársela y de pronto grité con fuerza:
• ¡Muerte, Muerte!, te hago una propuesta, tómame a mi y a ella déjala viva.
La muerte me miro sorprendida y dijo.
• A TI NO TE QUIERO MORTAL, QUIERO A ESTA MUJER.
• No seas cobarde muerte, te reto que me tomes a mí y le dejes a ella, yo ya he vivido toda una vida, he sido feliz, déjala a ella ser feliz.
Nuevamente me miro la muerte con su rostro desvalido y sonriente y me dijo:
• MORTAL, TE TOMO A TI PERO YA NO VUELVES MAS POR ACA, POR ESTE MUNDO.
• Acepto, muerte, ¡Ven por mí!
Al decir esto, la rama que me sostenía se rompió y caí al vació, dejando caer inmediatamente un arbusto que sirvió de soporte para Alexandra, para luego ella subir y salvarse, mientras que con sollozos y gritos veía ella que me deslizaba por las rocas hasta caer muerto. La escena de la nube blanquecina y la luz enceguedora se repitió, esta vez me acerque donde el Dios supremo, afligido y con mucha pena.
• VEO QUE HAS CUMPLIDO TU MISION MORTAL, HAS HECHO FELIZ A UN ALMA QUE NECESITABA DE TI Y DISTE SU VIDA POR ELLA, ERES BIENVENIDO.
• Gracias Dios Rha, pero quisiera poder suplicar os pueda mandarme de nuevo a la tierra, he encontrado mi amor que estaba perdido por miles de años.
• ME TEMO QUE NO VA A SER POSIBLE, YA ENTRASTE A MI REINO.
• Por favor Dios Rha, sin mi la mujer será infeliz y no se cumplirá mi misión de hacerle feliz.
• ES QUE NO TE HAS DADO CUENTA MORTAL, ELLA TIENE UN FRUTO EN SU VIENTRE, ESE NIÑO SERA SU CONSUELO, SU AMOR, SU TODO DE ELLA, PORQUE TENDRA TODO DE TI.
La escena se fue esfumando y con el, la figura omnipotente del todopoderoso Rha.
Pasaron nueve meses y un llanto en la maternidad, hizo callar los gritos de dolor de Alexandra, cuando el médico de turno dijo:
• Es un niño, un niño maravilloso, vigoroso y fuerte.
Alexandra estiró sus brazos y fue grande la sorpresa al ver casi mi retrato de mi, tan solo dijo ella.
• Eres mi Karl, mi amado Karl que volviste por mi.
Los años han pasado el niño ya es todo casi un hombre, Alexandra ha vuelto a sonreír, se quedo sola, su hija creció y se fue al extranjero y la mayor adoración es nuestro hijo, el cual pasa y pasa horas jugando, paseando por el campo y dándole amor, alegría, ese amor que pude darle en el corto tiempo que estuve con ella, solo que este amor era maternal, de hijo a madre; los años, las décadas pasaron hasta que un día en su lecho, con cerca de 80 años de vida, con una foto mía en sus manos, se despedía del mundo terrenal; esta vez se acercaba una carroza de plata, con caballos dorados, la cual le conducían a través de las nubes, el cual yo pacientemente aguardaba en la entrada del reino de los cielos, vestido como me conoció ella con mi traje de guerrero, con la alegría infinita de amarnos, vi como la carroza avanzaba esta vez por la misma dimensión, yo con los brazos abiertos atiné a correr y ella lo mismo, con su traje de princesa, salió de la carroza a abrazarme, nos encontrábamos después de miles de años, el sonido de unas trompetas de triunfo y los vivas de guerreros, sirvientes y criados de esa época, que también murieron por nuestra causa, se hicieron sentir. El Dios Rha nos había perdonado, podíamos ser felices y vivir eternamente, con los brazos de ella sujetos a mis hombros y sus labios confundiéndose con los míos, cierro esta narración de esta bella historia de amor, una historia que quedo como UN AMOR A TRAVÉS DEL TIEMPO.

Carlos Enrique –UN ANGEL ENAMORADO
"al final del arco iris, al final de los sueños, al final del Universo, estas tu y solo tu"

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Re: “UN AMOR EN EL TIEMPO”

Mensaje por Guillermo Cano » Vie Mar 21, 2008 03:40

Estimado Carlos Enrique.

Una historia bastante original la que nos traes, un cúmulo de situaciones románticas de epocas pasadas y presentes, entremezcladas las unas con las otras y por fortuna con un final feliz.

Mi respetos,

Guillermo
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Veronica Nicte
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Re: “UN AMOR EN EL TIEMPO”

Mensaje por Veronica Nicte » Dom Mar 23, 2008 03:00

Excelente historia muy bien narrada
me encanto leerla la disfrute mucho gracias por compartirla

bendiciones siempre para ti

Veronica
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El tiempo todo lo cura.
Asi es como se ha curado mi alma enamorada
del dolor que tu ingrato adios le a causado.

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TARDE GRIS
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Re: “UN AMOR EN EL TIEMPO”

Mensaje por TARDE GRIS » Sab Jul 18, 2009 07:07

EXCELENTE, TE FELICITO,
me encantó leer tu escrito,
sobre todo el final feliz...
un saludo para ti...bello
amor en el tiempo.
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