Limbo
Publicado: Jue Ene 12, 2012 14:46
Absurda habilidad de, con crayones de arrogancia, delinear dos hemisferios en una sola cama. De parir silencios que perforan a rabiar los tímpanos y le ofertan todo el protagonismo al vaivén de una puerta que se abre y que se cierra. Que se abre y que se cierra por la tempestad que provocan nuestros suspiros. Que amenaza, escondida detrás de la madera acaramelada, con brindar un portazo que vaya uno a saber que tantos estragos puede ocasionar en el cristal del corazón.
Mi mitad que te ama, te retiene, sostiene con delicadeza tu muñeca, como sostiene la mano burguesa la copa que alberga la sangre del mismísimo Cristo. Como si de ello dependiera toda su vida entera. Mi otra mitad, que te ama pero también razona, se creé Napoleón y pensando que es el remedio para tu dolor, busca despojarte de tu territorio en la alcoba.
Los pensamientos huyen del chillar de las bisagras, pero dura lo que duran tus ojos abiertos. En dos segundos el silencio nos envuelve aún más. Si mi pulgar no sintiera tu pulso, juraría que estoy muerto. Con la cabeza bajo las sábanas pero con el corazón en el limbo de los sentimientos. No pudimos evitar el precio de haber escogido corazones remendados en el mercado, aquí bien sabemos que quien peca y reza nunca empata.
(La puerta gruñe una vez más, le abre paso a un as de luz y a tu vestido azul relampagueante).
¿Si no eras vos quién estaba en mi almohada?
Tus tacos dan la melodía más bella cuando te acercás. Tomás mi mano y mis dudas vuelven cabizbajas al olvido del que nunca debieron haber salido. ¡Quiero morirme sembrando mi aliento allí donde convergen tu cabello y tu cuerpo! Y aunque el alma cruelmente dolida, perdona pero no olvida, el tiempo y el amor, son lo que mas se asemeja a la ecuación de la amnesia.
Una noche confundido, cualquiera puede abrasarse a la soledad.
Mi mitad que te ama, te retiene, sostiene con delicadeza tu muñeca, como sostiene la mano burguesa la copa que alberga la sangre del mismísimo Cristo. Como si de ello dependiera toda su vida entera. Mi otra mitad, que te ama pero también razona, se creé Napoleón y pensando que es el remedio para tu dolor, busca despojarte de tu territorio en la alcoba.
Los pensamientos huyen del chillar de las bisagras, pero dura lo que duran tus ojos abiertos. En dos segundos el silencio nos envuelve aún más. Si mi pulgar no sintiera tu pulso, juraría que estoy muerto. Con la cabeza bajo las sábanas pero con el corazón en el limbo de los sentimientos. No pudimos evitar el precio de haber escogido corazones remendados en el mercado, aquí bien sabemos que quien peca y reza nunca empata.
(La puerta gruñe una vez más, le abre paso a un as de luz y a tu vestido azul relampagueante).
¿Si no eras vos quién estaba en mi almohada?
Tus tacos dan la melodía más bella cuando te acercás. Tomás mi mano y mis dudas vuelven cabizbajas al olvido del que nunca debieron haber salido. ¡Quiero morirme sembrando mi aliento allí donde convergen tu cabello y tu cuerpo! Y aunque el alma cruelmente dolida, perdona pero no olvida, el tiempo y el amor, son lo que mas se asemeja a la ecuación de la amnesia.
Una noche confundido, cualquiera puede abrasarse a la soledad.